Dice San Pedro, en su primera carta: "Que cada uno, con lo que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la multiforme Gracia del Señor..." (1 Pe 4, 10)
Estoy seguro de que por alguna razón Dios quiso confiarme este don: Las letras me han acompañado toda la vida, y desde muy joven conservo un gusto especial por la literatura.
Por otro lado, dice San Pablo en su primera carta a los corintios: "Propagar el Evangelio no es para mí un motivo de gloria, sino una necesidad: ¡Ay de mí si no evangelizara!" (1 Co 9, 16)
Así es... con el Apóstol, entiendo y comparto esta gran necesidad: No puedo ni quiero opacarla.
¡Café... Cielo! ¿No suena bastante "delicioso"?
Evangelizaré... escribiendo.
¡Muchas gracias por acompañarme!
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