lunes, 28 de marzo de 2016

NUEVA EVANGELIZACIÓN


Todos sabemos de los grandes cambios que nos trajo el Concilio Vaticano II. Tratándose de una Asamblea más pastoral que doctrinal, hizo posibles varias modificaciones que, sin lastimar esencialmente la estructura o los contenidos de nuestra fe, lograron hacer más cercano el Evangelio a los cristianos del aventajado siglo XX.

Desde entonces han pasado más de cincuenta años, y podríamos decir que aunque hemos visto grandes avances en algunos sectores de la Iglesia, muchos hermanos nuestros ignoran la riqueza de sus documentos y de sus contenidos.

Y ante estos vientos frescos que ya nos aportaba el Vaticano II, Juan Pablo II acuñó, en su visita pastoral a Polonia, en 1979, el término “Nueva Evangelización”. 

Comprendiendo que no se trataba de anunciar otro Evangelio o de cambiar sus contenidos, sino de proclamar de forma entusiasta el mismo mensaje de salvación, propuso una Evangelización Nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión

Y es que la persona, la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo, quien es el mismo ayer, hoy y siempre (Ver Hb 13, 9), sigue siendo nuestra Buena Noticia, nuestro Evangelio. Sin embargo, el testimonio que dé la Iglesia de su Divino Maestro, debe adaptarse a la humanidad de nuestro tiempo y de nuestros espacios.

Nos lo había recordado ya el Papa Paulo VI, en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi: “Evangelizar es ante todo dar testimonio, de manera simple y directa de Dios, revelado en Jesucristo, en el Espíritu Santo; dar testimonio de que en su Hijo Dios ha amado al mundo, de que en su Verbo Encarnado Él ha dado el ser a todas las cosas y nos ha llamado a la vida eterna” (EN 26).

¡Ya es hora!

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