Es Navidad, y me gusta pensar que Dios mismo, al hacerse
hombre, quiso venir en medio de penurias y dificultades, y pasando mil
necesidades...
¡Tengo mucho frío! Aquí, hace bastante... de por sí, el
invierno suele traer los vientos más que helados... ahora, imagina dormir en la
calle y sin contar con una sola prenda "extra" que te sirva de
abrigo...
Para los "hijos de la miseria" el Sol es nuestra cobija... pero cuando se hace de noche, sabemos que el calor no nos llegará por usar ropa térmica... habrá que imaginarlo por dentro, y percibirlo de otra manera...
Es verdad... nosotros no podemos celebrar el Nacimiento
de Nuestro Señor Jesucristo como lo hacen las demás personas de la gran ciudad:
Ni siquiera tenemos una casa, por eso no debemos preocuparnos por adornarla con
lucecillas o con escarchas, ni por colocar árboles, ni por armar nacimientos...
no tenemos dinero, así que no compramos regalos... comemos lo que podemos, no
nos preocupamos por aderezar nuestras mesas con pavos, romeritos, bacalaos,
piernas mechadas, camarones, ni nada como eso... en la banqueta en que
dormimos no hay conexiones de luz eléctrica, así que aquí no sonarán jamás los
villancicos pregrabados... no tenemos nada de qué presumir, así que somos muy derechos y no tenemos el compromiso de quedar bien con nadie...
Pero es Navidad, y ninguna de las cosas arriba
mencionadas nos impedirá festejar al Dios encarnado:
Aquí cantaremos al son de los grillos y nos marcarán el
compás la bruma y el viento... nos reuniremos todos en torno a una pequeña
fogata de basura, y sin pensar en quién merece más o en quién
merece menos, compartiremos lo que pudimos conseguir durante la jornada y cenaremos... nos regalaremos una sonrisa y un fuerte y
sincero abrazo... para variar, la Luna y las estrellas adornarán siempre el techo de nuestro hogar, así que nada nos faltará...
Por supuesto que las tripas siempre se quedan con las
ganas de un mendrugo más... claro que nos gustaría estar sentaditos en un sofá
y recibir a Jesús en un lugar más cómodo... a veces, ciertamente, soñamos con
dormir en una camita limpia y con tener calefacción artificial...
pero Cristo no tuvo nada de eso... incluso, su vida fue mucho más parecida a la
nuestra que a la de cualquiera de esas personas que se sienten privilegiadas contando con los lujos de la burguesía...
Los Peregrinos de Belén encontraron un lugar apropiado para que llegara el Salvador del mundo: Un portal y un
pesebre...
¡Bendito seas, Oh Dios, que quisiste hacerte pobre entre
los pobres! En los arrabales y en las periferias sí que te entendemos, Señor...
Ven, llénanos de tu Amor...