viernes, 21 de julio de 2017

CAUSAS... EFECTOS


Con la excepción de Dios, afirmamos que "toda causa tiene su efecto, y que todo efecto tiene su causa". Se trata de una ley antiquísima y que ha sido estudiada por múltiples disciplinas, pero tanto la física como la filosofía están de acuerdo en que ambos elementos se explican y se requieren... todo cuanto hacemos o dejamos de hacer pone en movimiento una causa, y ésta trae consecuencias, positivas o negativas. El resultado, obviamente, depende de la causa. Entonces, nada es fruto del azar, de la buena o de la mala suerte, sólo existen movimientos y resultados.

Hoy, por ejemplo, nos quejamos de la inseguridad, de la violencia, del narcotráfico, de la prostitución, de la pérdida de los valores, del abuso de menores, del mercado negro, de los negocios fraudulentos, de la piratería, de la corrupción... sí, tristemente esta lista lleva un larguísimo etcétera. Si somos honestos, aquí sólo se trata de resultados, de productos finales que tuvieron sus propias causas, tan actuales y tan reales, y que quizás nosotros mismos o bien hemos creado; o en su menor caso, solapado.

¿Qué los ha provocado?

Es tan ambigua y tan poco honesta nuestra integridad, que aunque duela debemos confesar que muchas de estas realidades encuentran en nuestros hogares su causa.

- ¡Qué simple es "evadir" a los cobradores, cuando tocan nuestras puertas por dejar de pagar éste o aquél aparato, o éste o aquél celular que sacamos "en abonos facilitos"!
- ¡Qué fácil es exigir a nuestros gobernantes que se porten con entereza, aunque nosotros solemos sumergirnos en la "mini corrupción"!
- ¡Qué simple es pedir a nuestros padres que se pongan a la altura de su título, aunque nosotros olvidemos nuestro comportamiento como hijos!
- ¡Qué fácil es señalar al cura pederasta, y qué sencillo maquillar nuestras perversiones personales!
- ¡Qué simple es vituperar al "Chapo" y a su flotilla, y por otro lado, qué fácil es cerrar la boca cuando se trata de purificar una nación donde pulula el narcomenudeo!

Causas y efectos... nada más. Si no nos gustan los efectos, debemos cambiar las causas... ¿Lo haremos?

domingo, 16 de julio de 2017

PARÁBOLAS


Abriré mi boca,
y les hablaré en parábolas…
Publicaré lo que estaba oculto
desde la Creación del mundo…”
(Ver Sal 78, 2)

Domingo 15 del Tiempo Ordinario. Iniciamos la lectura del capítulo 13 del Evangelio de San Mateo, el llamado "capítulo de las parábolas". Sin detenernos demasiado en explicar esta narración (de la cual el mismo Jesús dio a conocer su significado), los invito a hacer un brevísimo estudio acerca de las parábolas.

Comencemos aclarando que Jesús nunca nos dijo “qué es el Reino”… pero sí nos dijo “cómo es el Reino”: Para ello, nos contó parábolas, pequeñas comparaciones extraídas de la vida cotidiana, para “publicar lo que hasta entonces estaba oculto”…

¿Qué son las parábolas?

Parábola proviene de una palabra griega “parabolé”, que significa “comparación”. Una parábola es un relato corto, en forma de historieta sencilla, puede ser real o imaginaria pero no fantasiosa (no a modo de “fábula”, con seres inanimados), mediante la cual Jesús establece una comparación. Podría resumirse así: “Lo mismo que sucede en tal caso, así sucede en tal otro”.

Esta comparación pretende mostrarnos una enseñanza de tipo “espiritual”. No tenemos que olvidar que Jesús fue un predicador itinerante (andaba de un lugar a otro), y las parábolas son explicaciones y anuncios de su mensaje de salvación.

Lo que no es una parábola

La “parábola” es diferente de la “metáfora”: Esta consiste en proferir una palabra y usarla con un significado o en un contexto diferente al que siempre ostenta.

Por ejemplo: Si el amado le dice a su amada “eres la luz de mi vida”. Por supuesto que no le quiere decir que sea una especie de “lámpara”, pero sí podría considerarla en sentido figurado “un sol para sus pasos”.

Respecto a la “alegoría” se diferencia en que en ésta todos los detalles y figuras tienen significado, aunque en algunos casos sea forzado, mientras que en la parábola, todos los detalles tienen la finalidad de subrayar y enfatizar el mensaje único que el relato quiere enseñar. Cabe señalar que algunas parábolas sí tienen elementos alegóricos.

Por ejemplo: Si vemos a un esqueleto llevando entre sus manos una guadaña, inmediatamente la relacionamos con “la muerte”.

Por último, la parábola se diferencia de las fábulas, porque en ella intervienen personajes humanos.

Nota: En las fábulas suelen animarse o “antropomorfizarse” (darles “figura humana”) a seres irreales, animales o inanimados.

Características de las parábolas

* Tienen forma de narración, una especie de cuento de tamaño variable.

* Son relatos de la vida diaria. No son asuntos complejos ni rebuscados. Los elementos que las constituyen están tomados de experiencias cotidianas de Jesús y sus oyentes: semillas, ovejas, deudores, prestamistas... Por eso se dice que son relatos “de la vida real”, no fantasiosos. En muchos casos la trama y sus elementos están tomados de la vida y muchos oyentes de Jesús habrán tenido la misma experiencia.

* No se excluye la posibilidad de que aparezcan otros recursos literarios como la “hipérbole” o circunstancias extrañas, exageraciones de difícil justificación (como la parábola de los “servidores homicidas”, donde el padre envía a muchos servidores y finalmente a su hijo) a no ser que aceptemos que la finalidad de las parábolas sea suscitar la reflexión.

* El interés de la parábola no permanece en el mero relato, pues es un relato simbólico. Hay un conjunto de símbolos y en ellas se percibe un mundo simbolizado. El conjunto de símbolos de la parábola está puesto al servicio de la enseñanza que Jesús quiere transmitir.

* Es este carácter simbólico lo que hace que la parábola ayude a comprender y asimilar el principio de trascendencia que envuelve toda la temática religiosa y cristiana. Porque es a través de lo simbólico como nosotros podemos descubrir la intervención de Dios en la historia. El mejor lenguaje para hablar de Dios es este: el simbólico.

* Las parábolas no son un método original y exclusivo de Jesús. Era una técnica utilizada por otros rabinos (maestros de la época), pero en las de Jesús hay detalles que causan sorpresa y plantean ciertos retos.

* En general, las parábolas evocan experiencias desconcertantes y en casi todas late una “paradoja” (“contradicción”) que rompe los esquemas usuales de la vida: hay comerciantes que lo venden todo para comprar sólo una perla fina (¿de qué vivirán después?, podríamos preguntarnos); hay un padre que recibe y devuelve sus bienes al hijo pródigo que había dilapidado todo (esto no suele pasar en la vida real); o un sembrador que malgasta la semilla en el camino y en las zarzas...

* Las parábolas fueron instrumentos que Jesús usó para exponer su mensaje a la gente sencilla. Pero en ocasiones también las usó como arma dialéctica (de “conversación”) contra los líderes religiosos y sociales de su época (contra los escribas, fariseos y sacerdotes).

* Jesús utilizó las parábolas porque buscaba la claridad… Él habla en parábolas porque quiere que la gente sencilla lo entienda. No son enigmáticas, incomprensibles… a la gente le fascinaban precisamente porque las parábolas las podían entender.

Finalidad de las parábolas

Jesús no contaba parábolas para “divertir al auditorio”, sino para exponer su mensaje, explicitarlo y aclararlo, y muy especialmente, para interpelarles (para llamar su atención).

- Uno de los propósitos fundamentales de las parábolas de Jesús es exponer los principios fundamentales de su enseñanza. El centro del mensaje de Jesús es el Reino de Dios y las parábolas pretenden develarnos un aspecto fundamental de este Reino. Para el judío de aquellos tiempos el Reino de Dios era la personificación de la esperanza de la salvación; la llegada del Reino de Dios se aguardaba como “liberación”, como “realización de la paz y la justicia”. Jesús imprime a esta esperanza escatológica (de los “últimos tiempos”) una dirección nueva: el Reino de Dios se cumple aquí y ahora. No sólo comienza a cumplirse el Reino, comienza también el escándalo.

- El mensaje del Reino no sólo se “conoce”, hace falta “construirlo”, “ponerlo en acción”. Por eso Jesús buscaba una reacción en sus oyentes. Esto lo logra con unos finales imprevistos y desconcertantes. Sus finales rozan más bien en lo absurdo. Por ejemplo, dejar crecer el trigo junto a la cizaña, causando con todo sorpresas en sus oyentes. No se puede entender que alguien escuchara una parábola a Jesús y permaneciera impasible ya que cuestionaban el orden social, moral y religioso de su tiempo. El mensaje del Reino de Dios como nueva sociedad justa, fraterna y solidaria implica radicalidad en las decisiones. Por eso, las parábolas incitan a comprometerse a favor de Jesús y de su mensaje o… rechazarlo.

- Una de las principales características de las parábolas es que son “desconcertantes”. Incluso pueden plantear situaciones absurdas. Si Jesús las dice así es porque quiere resaltar especialmente algún aspecto del Reino, alguna característica de Dios; o también, cómo debe ser el comportamiento de los hombres.

En los Evangelios descubrimos las siguientes parábolas y relatos parabólicos de Jesús:

En San Mateo:

- Los Niños que juegan (Mt 11, 16 – ss)
- El Sembrador (Mt 13, 3 – 8)
- Trigo y Cizaña (Mt 13, 24 - 30. 36 – 43)
- Grano de mostaza (Mt 13, 31 – ss)
- La Levadura (Mt 13, 33)
- El Tesoro escondido (Mt 13, 44)
- La Perla de gran valor (Mt 13, 44)
- La Red (Mt 13, 47)
- La Oveja perdida (Mt 18, 12 – ss)
- El Servidor despiadado (Mt 18, 23 – ss)
- Los Trabajadores en la viña (Mt 20, 1 – 6)
- Los dos hijos (Mt 21, 28 – ss)
- Viñadores homicidas (Mt 21, 33 – ss)
- La Gran Cena (Mt 22, 1 – 14)
- El Banquete Nupcial (Mt 22, 1 – 14)
- Las Diez Vírgenes (Mt 25, 1 – 13)
- Los Talentos (Mt 25, 14 – ss)

En San Marcos

- El Sembrador (Mc 4, 3 – 8)
- La Semilla que crece por sí sola (Mc 4, 26 – 29)
- La Semilla de  Mostaza (Mc 4, 30 – 32)
- Los Viñadores homicidas (Mc 12, 1 – 11)

En San Lucas

- Los niños que juegan (Lc 7, 31 – 35)
- Los dos deudores (Lc 7, 41 – 43)
- El sembrador (Lc 8, 5 – 8)
- El buen samaritano (Lc 10, 25 – 37)
- Amigo inoportuno (Lc 11, 5 – 8)
- Rico insensato (Lc 12, 16 – 21)
- La higuera estéril (Lc 13, 6 – 9)
- El grano de mostaza (Lc 13, 18 – 19)
- La levadura (Lc 13, 20 – 21)
- La gran cena (Lc 14, 16 – 24)
- La fiesta de matrimonio (Lc 14, 16 – 24)
- El último lugar en los banquetes (Lc 14, 7 – 11)
- La torre y la guerra (Lc 14, 28 – 32)
- La oveja perdida (Lc 15, 44)
- La moneda perdida (Lc 15, 8 – 10)
- El hijo pródigo (Lc 15, 11 – 32)
- El Administrador infiel (Lc 16, 1 – 8)
- Lázaro y el rico epulón (Lc 16, 19 – ss)
- El juez injusto (Lc 18, 1 – 8)
- Fariseo y publicano (Lc 18, 9 – 14)
- El rey y sus trabajadores (Lc 19, 12 – 27)
- Los Viñadores homicidas (Lc 20, 9 – 18)


En este domingo disfrutamos la parábola del Sembrador... ¿Qué enseñanza dejó para tu vida? 

lunes, 10 de julio de 2017

EL YUGO DEL AMOR


Domingo 14 del Tiempo Ordinario. Una excelente oportunidad para reafirmar nuestro compromiso cristiano.

Pareciera inaudito: ¿Cómo es posible que un yugo sea "suave", que una carga sea "ligera"?

El "Yugo" es un artefacto, preferentemente de madera, por medio del cual principalmente se une a los animales destinados para el trabajo previo a la siembra (un par de caballos, de mulas o de bueyes), permitiéndoles tirar de un arado, y así poder fracturar la tierra para sembrar.

Tal vez nosotros estemos un tanto ajenos a estas prácticas, pero para un agricultor responsable es muy importante "suavizar" el peso de sus animales, por eso suele agregar a los yugos unas "colleras" rellenas de paja o de lana, de lo contrario, se lastimaría mucho a los animales y no podrían soportar su trabajo adecuadamente.

Cabe añadir, aún, que hay de "yugos" a "yugos", y de "cargas" a "cargas"... así es como se comprende mejor a qué se refería nuestro Señor al decir que su yugo es suave y su carga ligera. Hay otros, muchos muchos otros, que comparados a los que Él nos propone, son muy pesados de llevar, lastiman demasiado, y al término de la jornada, terminarán por hacernos desfallecer...

¿A qué yugo se refiere Jesús? ¿Cuál es su carga?

Los estudiosos de la Biblia coinciden, luego de analizar los Evangelios, en que el "peso" que el Señor nos propone consiste en "amarnos los unos a los otros, como Él nos ha amado" (ver Jn 13, 34). Y esta carga, comparada con otras, sin duda que es ligera... y este yugo, en atención a los demás, es "suave suavecito"...

Habrá quién piense que Jesús, al emitir esta invitación, pensaba sólo en los pobres, en los enfermos, en los menesterosos, en los más privados de los bienes de la tierra... pero no. Sin duda éstos llevan su peso, pero también aquellos que se encuentran "del otro lado", es decir, los ricos, los sanos, los sobrados de bienes, tienen el suyo propio. Pensemos en aquellas familias que cada quincena suspiran porque el sueldo se irá en un minuto a causa de sus deudas, y no saben cómo les alcanzará para llegar hasta la próxima, y repetir incansablemente con esta menesterosa rutina... No tienen pan. Pero pensemos también en aquellas familias donde el pan abunda, donde las jugosas pensiones llegan puntualmente, donde no faltan los bienes, pero hay enfermedad, no hay armonía, hay soledad...

Jesús dijo: "Vengan a mí todos los que se encuentran cansados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Carguen mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave, y mi carga ligera".

¡Ah, y es que para aquellos que no aceptan el yugo del amor, les quedan destinados otros muchos yugos, y con cargas pesadísimas por llevar! El odio, el rencor, la soberbia, la ira, la insatisfacción, la depresión, la violencia, la intranquilidad, el estrés, el desánimo por la vida...

Una última moción. El yugo se lleva "en parejas". Como vemos, Jesús apuesta por la vida comunitaria. Tal vez tendría en mente aquellas hermosas palabras del libro del Génesis: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gn 2, 18).