lunes, 27 de febrero de 2017

PARA TI, HERMANO SEMINARISTA


Querido Amigo:

Con gran cariño he querido escribirte esta carta. Recíbela, en nombre de Dios.

Sé que tienes muchas otras cosas qué hacer. Sé que tus horarios están muy bien atendidos. Sé que el estudio, el trabajo y la oración absorben la mayor parte de tu tiempo. Pero sé, también, que podrás rescatar unos cuantos minutos de tu jornada para conocer la opinión y las peticiones de un laico que, como muchos otros, tiene muy bien puestos los ojos de su fe en los tuyos, porque si Dios lo quiere, tú serás Sacerdote, y como Cristo, Buen Pastor, servirás en alguna comunidad de nuestra Arquidiócesis.

Yo también fui Seminarista (13 años nomás), y por pura gracia conozco muy bien el ambiente en el que tú vives.

Sé que te levantas muy temprano, y sé que todos los días tienes un tiempo reservado para orar y encontrarte con el Señor en la Eucaristía. Sé que junto a tus compañeros recibes los alimentos, arreglas tu Casa, estudias, trabajas, convives, haces deporte, y te involucras en mil y un actividades culturales y recreativas. Sé que de vez en cuando sales a la calle y nos compartes tu fe en apostolados, vacaciones de comunidad, cursos propedéuticos o misiones. Sé que sientes la enorme dicha y a la vez la gran responsabilidad de sentirte llamado por Dios, y sé que todos los días buscas corresponder a esa vocación maravillosa de la que todos esperamos con urgencia bendición tras bendición.

Por todo esto, con mucho respeto y atrevida confianza, queriendo llegar hasta lo más profundo de tu alma, con gran veneración te pido:

1. No juegues con tu vocación.- Si descubres que Dios te llama para ser sacerdote, responde como es debido. El Seminario te ofrece todos los medios para lograrlo. ¡Cuentas con tus formadores! ¡Sé muy transparente, y aprende a expresar cualquier duda que tengas acerca de ti o de tu llamado!

2. Nunca niegues tus raíces.- Recuerda quién eres y de dónde saliste. Sé agradecido. Respeta a tus padres, hermanos y amigos. Honra la memoria de tus antepasados. Nunca te olvides de tu pueblo o de tu gente. Dios llama a quien quiere... ¡Y se fijó en ti!

3. No persigas fama, honores, lujos, confort o placer.- Si aspiras al Sacerdocio, date cuenta de que irás a donde el Señor te envíe... ¡Confía en que nunca te faltará lo necesario! ¡Dios cumple sus promesas!

4. No te olvides de lo sagrado.- Jamás dejes la oración. Nunca te olvides de recibir con fe los Sacramentos. No te acostumbres a vivir en las cosas de Dios pero sin Él. Recuerda que se trata de tu Motor, de tu Combustible, de tu Fuerza...

5. No te aproveches de los fieles.- No busques un sin fin de "bienhechores". No multipliques las "betanias", ni persigas ávidamente a las "viudas con herencias" o a los "ricos con propiedades".

6. Trata a todos con gran respeto.- El Pastor es modelo de vida para sus fieles. Nunca comprometas tu dignidad sacerdotal. No abuses de la confianza. No confundas amistad con coquetería. Evita abrir las puertas de la curiosidad.

7. Aprovecha al máximo tu formación.- Goza cada momento de tu día. Éntrale con ganas a cualquier cosa que vayas a realizar. Aprende mucho. Explota tu creatividad. Sé generoso.

8. Acuérdate de los que por ti oramos.- De vez en cuando trae a tu mente a todos aquellos que, sin conocerte, te apoyan: espiritual, económica o moralmente.

Por último, me gustaría recordarte que mucha gente está aquí, esperándote, y que independientemente de que llegues o no a ser Sacerdote, anhelamos que nos compartas todo aquello que el Señor te va concediendo en el Seminario.

¡Vale la pena ser Sacerdote!

Dios te bendiga.

Oscar Esaú Villafuerte López


domingo, 19 de febrero de 2017

DE ORDINARIO... ¡NADA!


Séptimo Domingo Ordinario.

El Evangelio de San Mateo continúa y termina el hermoso Sermón de la Montaña. Con la lectura de este pasaje concluimos el capítulo quinto de su Buena Nueva.

Si recordamos, desde hace tres semanas lo hemos estado meditando: Primero, Jesús comenzó este discurso presentándonos nueve lineamientos seguros y probados para alcanzar la verdadera felicidad: Las Bienaventuranzas.

Luego, hace quince días, nos pedía que, como auténticos cristianos, fuéramos para los hombres de nuestro tiempo "sal de la tierra" y "luz del mundo". Que le diéramos "sabor" y "claridad" a nuestras propias y tan particulares situaciones de vida.

La semana pasada, nos invitaba a no contentarnos con el cumplimiento estricto de una moral prescrita por los antiguos. Y no es que la ley de Moisés ya no tuviera vigencia, o que hubiera sido abolida por el Divino Maestro, sino porque Él vino precisamente para darle su cumplimiento y plenitud. Por ello, suenan bastante coherentes sus sentencias de "han oído que se dijo... pero Yo les digo".

Y hoy, finalmente, nos invita a no ser "ordinarios", a limitarnos a "lo que todo mundo hace", a buscar la ley del menor esfuerzo, a diluirnos en la mediocridad de una vida "común"... No, su mensaje es claro y vigoroso: El cristiano, si de verdad desea serlo, debe comprometerse a ser "perfecto". En el itinerario de la Vida Eterna no caben las medias tintas ni las posturas ambiguas. Por eso, no resistirse a los malvados, o poner la otra mejilla al que nos ha lastimado, o ceder el manto al que nos ha quitado la túnica, o caminar dos mil pasos con quien nos ha obligado a caminar mil, o dar a quien nos pide, y no ofrecer la espalda a quien nos solicita un préstamo, por más extraño que resulte, tiene sentido... ¡Es el camino de la Santidad!

Y es que Dios, el Tres veces Santo, se comporta así: Hace salir su sol sobre buenos y malos y manda su lluvia sobre justos y pecadores. No hace distinciones. No fabrica favoritismos. No desprecia ni cierra inclemente sus eternos brazos misericordiosos.

He aquí la fórmula adecuada para tu próximo programa de vida. Jesús nos recomienda un esquema de autenticidad con estilo "a lo cristiano": De ordinario... ¡Nada!

lunes, 13 de febrero de 2017

¿Cómo están tus manos?


La liturgia del día de ayer, correspondiente al Sexto domingo Ordinario, nos dejó muchísimas enseñanzas. Yo sólo quisiera fijarme en una, hermosa, digna de repaso...

El contexto del Evangelio, según San Mateo, capítulo cinco, es el llamado "Sermón de la Montaña". Desde hace tres domingos lo hemos estado disfrutando: Hace quince días, el Señor proclamaba las "bienaventuranzas", mostrándonos el mejor camino para alcanzar la auténtica felicidad. Hace ocho días, Jesús nos invitaba a ser "sal de la tierra" y "luz del mundo". Hoy, nos marca el "plus" que implica nuestro ser de cristianos:

"Si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán en el Reino de los Cielos" (Mt 5, 20).

Y cabe preguntarnos: ¿Los escribas y fariseos eran malos? ¿Qué no se distinguían precisamente por cumplir y hacer cumplir la Ley? ¿Acaso Jesús estaba echando por tierra las enseñanzas de sus antepasados?

Veamos: El Señor comienza diciendo que "no ha venido a abolir ni la Ley ni los profetas", es decir, Él no ha venido a desechar la idiosincrasia religiosa de su pueblo, no es que Moisés haya dictado leyes sinsentido o mandado normas en contra de una sana razón; Jesús vino a darles "cumplimiento y plenitud". 

Si entendemos esto, estaremos dando un paso importante en la comprensión de sus aseveraciones posteriores: "Han escuchado que se dijo... pero yo les digo". He aquí la adición extraordinaria que el Señor nos pide, a tenor de nuestra adhesión libre y voluntaria en el seguimiento de su Cruz...

Matar, ciertamente, es malo... hay que evitarlo. Pero cuántas veces nos olvidamos de que enojarnos, ofender y despreciar al hermano también lo son.

Y como esto, todas las demás leyes, ya que no debemos contentarnos con un enunciado simple de los delitos en contra de Dios o del prójimo.

Por este motivo muchas personas erróneamente piensan que no son "malas", pues "cumplen", "ni roban ni matan", pero cuánto se han alejado del camino de Dios... ser "bueno" no es malo, pero Jesús nos invita a ser "perfectos". 

Quiera Dios que al ocaso de nuestra vida no lleguemos ante Él sólo con las manos limpias... pero vacías. Tal vez convenga más llevarlas sucias, callosas, estropeadas por el trabajo que implica nuestra propia conversión... pero llenas de frutos.


jueves, 9 de febrero de 2017

Algo que "no está perrón"


Por supuesto que los miembros de la "Dinastía Mendoza" no tenían la intención de que su "canción" pasara a tener tanta popularidad...

La oportunidad se dio cuando un conductor de televisión, de origen guanajuatense, tuvo el "chispazo insano" de molestar a una vendedora de imágenes religiosas del mercado Aldama, haciendo bailar una de las figurillas del Niño Dios, al ritmo de la pegajosa pieza de banda.

Rolando Ávila sólo quería "divertirse". Y supongo que ahora los miles de personas que ríen y festejan el "memazo" también... incluso, se está convocando a una "mega reunión" de seis horas, para hacer bailar tu propia figurita del Niño Dios. ¿Qué hay de malo con eso?

Lejos de correr absurdas conjeturas como que la Iglesia Católica ha pedido que se condene con cárcel al responsable de dicho meme, creo necesario tomar en consideración que se trata de una "falta moral", y que por disparatado que parezca, atenta contra la sensibilidad religiosa de millones de personas que entienden el significado de una imagen tan importante como ésta.

Aparentemente, para la generación tan "light" que estamos construyendo todo puede hacerse, y como todos tenemos el derecho de expresarnos con libertad, es posible hacer mofa de lo que para otros oscila en el campo de lo sagrado...

En fin, es muy cuestionable la cultura tan devastada que estamos mostrando al mundo... Festejar los XV años de Rubí o bailar el "Pasito Perrón" sólo son la punta de un iceberg que, urgentemente, debemos atender... no vaya a ser que nuestro "barco" se vea condenado a un naufragio de valores tan importantes como lo es esa cosa tan olvidada, que otrora se llamaba "respeto".