domingo, 16 de julio de 2017

PARÁBOLAS


Abriré mi boca,
y les hablaré en parábolas…
Publicaré lo que estaba oculto
desde la Creación del mundo…”
(Ver Sal 78, 2)

Domingo 15 del Tiempo Ordinario. Iniciamos la lectura del capítulo 13 del Evangelio de San Mateo, el llamado "capítulo de las parábolas". Sin detenernos demasiado en explicar esta narración (de la cual el mismo Jesús dio a conocer su significado), los invito a hacer un brevísimo estudio acerca de las parábolas.

Comencemos aclarando que Jesús nunca nos dijo “qué es el Reino”… pero sí nos dijo “cómo es el Reino”: Para ello, nos contó parábolas, pequeñas comparaciones extraídas de la vida cotidiana, para “publicar lo que hasta entonces estaba oculto”…

¿Qué son las parábolas?

Parábola proviene de una palabra griega “parabolé”, que significa “comparación”. Una parábola es un relato corto, en forma de historieta sencilla, puede ser real o imaginaria pero no fantasiosa (no a modo de “fábula”, con seres inanimados), mediante la cual Jesús establece una comparación. Podría resumirse así: “Lo mismo que sucede en tal caso, así sucede en tal otro”.

Esta comparación pretende mostrarnos una enseñanza de tipo “espiritual”. No tenemos que olvidar que Jesús fue un predicador itinerante (andaba de un lugar a otro), y las parábolas son explicaciones y anuncios de su mensaje de salvación.

Lo que no es una parábola

La “parábola” es diferente de la “metáfora”: Esta consiste en proferir una palabra y usarla con un significado o en un contexto diferente al que siempre ostenta.

Por ejemplo: Si el amado le dice a su amada “eres la luz de mi vida”. Por supuesto que no le quiere decir que sea una especie de “lámpara”, pero sí podría considerarla en sentido figurado “un sol para sus pasos”.

Respecto a la “alegoría” se diferencia en que en ésta todos los detalles y figuras tienen significado, aunque en algunos casos sea forzado, mientras que en la parábola, todos los detalles tienen la finalidad de subrayar y enfatizar el mensaje único que el relato quiere enseñar. Cabe señalar que algunas parábolas sí tienen elementos alegóricos.

Por ejemplo: Si vemos a un esqueleto llevando entre sus manos una guadaña, inmediatamente la relacionamos con “la muerte”.

Por último, la parábola se diferencia de las fábulas, porque en ella intervienen personajes humanos.

Nota: En las fábulas suelen animarse o “antropomorfizarse” (darles “figura humana”) a seres irreales, animales o inanimados.

Características de las parábolas

* Tienen forma de narración, una especie de cuento de tamaño variable.

* Son relatos de la vida diaria. No son asuntos complejos ni rebuscados. Los elementos que las constituyen están tomados de experiencias cotidianas de Jesús y sus oyentes: semillas, ovejas, deudores, prestamistas... Por eso se dice que son relatos “de la vida real”, no fantasiosos. En muchos casos la trama y sus elementos están tomados de la vida y muchos oyentes de Jesús habrán tenido la misma experiencia.

* No se excluye la posibilidad de que aparezcan otros recursos literarios como la “hipérbole” o circunstancias extrañas, exageraciones de difícil justificación (como la parábola de los “servidores homicidas”, donde el padre envía a muchos servidores y finalmente a su hijo) a no ser que aceptemos que la finalidad de las parábolas sea suscitar la reflexión.

* El interés de la parábola no permanece en el mero relato, pues es un relato simbólico. Hay un conjunto de símbolos y en ellas se percibe un mundo simbolizado. El conjunto de símbolos de la parábola está puesto al servicio de la enseñanza que Jesús quiere transmitir.

* Es este carácter simbólico lo que hace que la parábola ayude a comprender y asimilar el principio de trascendencia que envuelve toda la temática religiosa y cristiana. Porque es a través de lo simbólico como nosotros podemos descubrir la intervención de Dios en la historia. El mejor lenguaje para hablar de Dios es este: el simbólico.

* Las parábolas no son un método original y exclusivo de Jesús. Era una técnica utilizada por otros rabinos (maestros de la época), pero en las de Jesús hay detalles que causan sorpresa y plantean ciertos retos.

* En general, las parábolas evocan experiencias desconcertantes y en casi todas late una “paradoja” (“contradicción”) que rompe los esquemas usuales de la vida: hay comerciantes que lo venden todo para comprar sólo una perla fina (¿de qué vivirán después?, podríamos preguntarnos); hay un padre que recibe y devuelve sus bienes al hijo pródigo que había dilapidado todo (esto no suele pasar en la vida real); o un sembrador que malgasta la semilla en el camino y en las zarzas...

* Las parábolas fueron instrumentos que Jesús usó para exponer su mensaje a la gente sencilla. Pero en ocasiones también las usó como arma dialéctica (de “conversación”) contra los líderes religiosos y sociales de su época (contra los escribas, fariseos y sacerdotes).

* Jesús utilizó las parábolas porque buscaba la claridad… Él habla en parábolas porque quiere que la gente sencilla lo entienda. No son enigmáticas, incomprensibles… a la gente le fascinaban precisamente porque las parábolas las podían entender.

Finalidad de las parábolas

Jesús no contaba parábolas para “divertir al auditorio”, sino para exponer su mensaje, explicitarlo y aclararlo, y muy especialmente, para interpelarles (para llamar su atención).

- Uno de los propósitos fundamentales de las parábolas de Jesús es exponer los principios fundamentales de su enseñanza. El centro del mensaje de Jesús es el Reino de Dios y las parábolas pretenden develarnos un aspecto fundamental de este Reino. Para el judío de aquellos tiempos el Reino de Dios era la personificación de la esperanza de la salvación; la llegada del Reino de Dios se aguardaba como “liberación”, como “realización de la paz y la justicia”. Jesús imprime a esta esperanza escatológica (de los “últimos tiempos”) una dirección nueva: el Reino de Dios se cumple aquí y ahora. No sólo comienza a cumplirse el Reino, comienza también el escándalo.

- El mensaje del Reino no sólo se “conoce”, hace falta “construirlo”, “ponerlo en acción”. Por eso Jesús buscaba una reacción en sus oyentes. Esto lo logra con unos finales imprevistos y desconcertantes. Sus finales rozan más bien en lo absurdo. Por ejemplo, dejar crecer el trigo junto a la cizaña, causando con todo sorpresas en sus oyentes. No se puede entender que alguien escuchara una parábola a Jesús y permaneciera impasible ya que cuestionaban el orden social, moral y religioso de su tiempo. El mensaje del Reino de Dios como nueva sociedad justa, fraterna y solidaria implica radicalidad en las decisiones. Por eso, las parábolas incitan a comprometerse a favor de Jesús y de su mensaje o… rechazarlo.

- Una de las principales características de las parábolas es que son “desconcertantes”. Incluso pueden plantear situaciones absurdas. Si Jesús las dice así es porque quiere resaltar especialmente algún aspecto del Reino, alguna característica de Dios; o también, cómo debe ser el comportamiento de los hombres.

En los Evangelios descubrimos las siguientes parábolas y relatos parabólicos de Jesús:

En San Mateo:

- Los Niños que juegan (Mt 11, 16 – ss)
- El Sembrador (Mt 13, 3 – 8)
- Trigo y Cizaña (Mt 13, 24 - 30. 36 – 43)
- Grano de mostaza (Mt 13, 31 – ss)
- La Levadura (Mt 13, 33)
- El Tesoro escondido (Mt 13, 44)
- La Perla de gran valor (Mt 13, 44)
- La Red (Mt 13, 47)
- La Oveja perdida (Mt 18, 12 – ss)
- El Servidor despiadado (Mt 18, 23 – ss)
- Los Trabajadores en la viña (Mt 20, 1 – 6)
- Los dos hijos (Mt 21, 28 – ss)
- Viñadores homicidas (Mt 21, 33 – ss)
- La Gran Cena (Mt 22, 1 – 14)
- El Banquete Nupcial (Mt 22, 1 – 14)
- Las Diez Vírgenes (Mt 25, 1 – 13)
- Los Talentos (Mt 25, 14 – ss)

En San Marcos

- El Sembrador (Mc 4, 3 – 8)
- La Semilla que crece por sí sola (Mc 4, 26 – 29)
- La Semilla de  Mostaza (Mc 4, 30 – 32)
- Los Viñadores homicidas (Mc 12, 1 – 11)

En San Lucas

- Los niños que juegan (Lc 7, 31 – 35)
- Los dos deudores (Lc 7, 41 – 43)
- El sembrador (Lc 8, 5 – 8)
- El buen samaritano (Lc 10, 25 – 37)
- Amigo inoportuno (Lc 11, 5 – 8)
- Rico insensato (Lc 12, 16 – 21)
- La higuera estéril (Lc 13, 6 – 9)
- El grano de mostaza (Lc 13, 18 – 19)
- La levadura (Lc 13, 20 – 21)
- La gran cena (Lc 14, 16 – 24)
- La fiesta de matrimonio (Lc 14, 16 – 24)
- El último lugar en los banquetes (Lc 14, 7 – 11)
- La torre y la guerra (Lc 14, 28 – 32)
- La oveja perdida (Lc 15, 44)
- La moneda perdida (Lc 15, 8 – 10)
- El hijo pródigo (Lc 15, 11 – 32)
- El Administrador infiel (Lc 16, 1 – 8)
- Lázaro y el rico epulón (Lc 16, 19 – ss)
- El juez injusto (Lc 18, 1 – 8)
- Fariseo y publicano (Lc 18, 9 – 14)
- El rey y sus trabajadores (Lc 19, 12 – 27)
- Los Viñadores homicidas (Lc 20, 9 – 18)


En este domingo disfrutamos la parábola del Sembrador... ¿Qué enseñanza dejó para tu vida? 

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