lunes, 14 de agosto de 2017

¡SEÑOR, SÁLVAME!


Domingo 19 del Tiempo Ordinario. San Mateo nos presenta un hermoso pasaje, un portento especial donde Jesús le hace saber a Pedro, y en él a todos nosotros, que es posible "caminar sobre las aguas".

Luego de la multiplicación de los panes, el Señor apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se adelantasen para llegar a la otra orilla... Él se quedaría despidiendo a la gente... y como era su costumbre, se dedicaría a orar.

Después, ya de noche, mientras los apóstoles sostenían una potente lucha con las olas, debido a lo contrario del viento, el Divino Maestro se acerca a ellos caminando sobre las aguas.

Asustadísimos, creen ver a un fantasma. Pero Jesús los calma y les hace saber que es Él. Pedro, siempre tomando la iniciativa, pide que si aquello es verdad lo haga caminar hasta Él. La respuesta llegó de inmediato: "Ven".

Y ahí va, primero confiado, después con miedo... primero sobrellevando las olas, después hundiéndose en medio de la tempestad. Y he aquí el grito desesperado que pone título al presente post: "¡Señor, sálvame!"

¿Cuántos, como el apóstol, gritamos también a Jesús que nos tienda la mano?

- ¿Cuántos padres de familia quisieran gritar a su esposa e hijos que el sustento del hogar cada vez se hace más difícil de sobrellevar, porque el trabajo escasea, porque se paga una miseria?
- ¿Cuántas esposas gritan a sus esposos que están "hartas" de vivir literalmente "pri-sio-ne-ras" en el hogar, del estrés cotidiano, de que nadie las valore, de que su trabajo no sea reconocido?
- ¿Cuántos hijos desearían alzar su voz para indicarles a sus padres que necesitan algo más que un Iphone, una Tableta, y un Dron; que requieren de sus consejos, de su compañía, de su cariño?
- ¿Cuántos sacerdotes viven cautivos de la rutina de los Sacramentos, y no hayan cómo sacar del pecho que también ellos necesitan de una amistad sincera, de un tiempo y de un espacio digno para descansar, que son seres humanos y se estresan, y se enferman, y se mueren?
- ¿Cuántas adolescentes y jóvenes gritan que es muy duro sobrellevar el acoso de sus patrones o compañeros de trabajo, que es muy injusto trabajar más y ganar menos, que el escalafón de puestos viene a menudo después de un "favorcito sexual"?
- ¿Cuántos enfermos y ancianos se cansan de gritar porque están solos, porque nadie los visita, porque para ellos se acabaron los detalles, porque sus hijos se están preocupando más por aclarar los términos de un documento legal que por apreciar a la persona que abandonaron?
- ¿Cuántos niños, víctimas de la guerra, le gritan al mundo que "pare, porque se quieren bajar"?

¡Señor, sálvame! Y Él nos tiende la mano, y nos brinda una nueva oportunidad... Nosotros, ¿Extenderemos la nuestra a quienes la necesitan?

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