El libro de los Hechos de los Apóstoles narra que,
llegando San Pablo a la ciudad de Éfeso, halló a algunos discípulos que habían
aceptado el cristianismo, y les preguntó: “¿Han recibido al Espíritu Santo al
abrazar la fe?” Ellos le contestaron: “Ni siquiera sabíamos que existía el
Espíritu Santo” (Hch 19, 1-2).
El Padre dominico español, Antonio Royo Marín
(1913-2005), explicó en su libro “El gran desconocido: El Espíritu Santo y sus
dones”, que, aunque parezca increíble, después de veinte siglos de cristianismo,
si San Pablo volviera a cuestionarnos con esa pregunta, serían muchos los
cristianos que darían una respuesta semejante. En todo caso, aunque les suene
materialmente su nombre, es poquísimo lo que saben de Él. También anota algunas
razones por las que parece que se le tiene en este triste olvido. Veamos:
- Falta de manifestaciones: Se conoce bastante bien al
Padre y su obra creacional; conocemos, adoramos y amamos inmensamente también
al Hijo, y su obra de redención; pero la santificación, obra del Espíritu
Santo, parece que se escapa en absoluto a la percepción de nuestros sentidos.
Además, en el Nuevo Testamento encontramos que sólo se ha manifestado
visiblemente bajo tres símbolos: una paloma, una nube y lenguas de fuego. Estos
tres símbolos, poco humanos y nada divinos, son los únicos que los artistas
pueden ofrecer a la piedad de los fieles para conservar la memoria de su
existencia y de sus inmensos beneficios.
- Falta de doctrina: El gran desconocimiento que se tiene
del Espíritu Santo, no sólo de parte de los fieles, sino también de muchos
sacerdotes, depende sobretodo de la escasez de buenas publicaciones que se han
hecho en torno a Él; así, de lo poco que saben los maestros se puede deducir
fácilmente lo que sabrán los discípulos: apenas unas cuantas nociones breves y
abstractas, que sólo dejan en la memoria palabras más que ideas.
- Falta de devociones: Hay muy pocas fiestas litúrgicas en
torno al Espíritu Santo, y no se celebran ordinariamente con el esplendor y
entusiasmo que deberían. Lo peor de todo es que la gran mayoría de fieles no se
da cuenta de este inconveniente tan grande y no se acuerda que en el Dios que
adora existe una tercera persona que se llama “Espíritu Santo”.
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Y tú... ¿Conoces al Espíritu Santo? ¿Qué tan "olvidado" lo tienes?
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