jueves, 11 de enero de 2018

EL GRAN DESCONOCIDO


El libro de los Hechos de los Apóstoles narra que, llegando San Pablo a la ciudad de Éfeso, halló a algunos discípulos que habían aceptado el cristianismo, y les preguntó: “¿Han recibido al Espíritu Santo al abrazar la fe?” Ellos le contestaron: “Ni siquiera sabíamos que existía el Espíritu Santo” (Hch 19, 1-2).

El Padre dominico español, Antonio Royo Marín (1913-2005), explicó en su libro “El gran desconocido: El Espíritu Santo y sus dones”, que, aunque parezca increíble, después de veinte siglos de cristianismo, si San Pablo volviera a cuestionarnos con esa pregunta, serían muchos los cristianos que darían una respuesta semejante. En todo caso, aunque les suene materialmente su nombre, es poquísimo lo que saben de Él. También anota algunas razones por las que parece que se le tiene en este triste olvido. Veamos:

- Falta de manifestaciones: Se conoce bastante bien al Padre y su obra creacional; conocemos, adoramos y amamos inmensamente también al Hijo, y su obra de redención; pero la santificación, obra del Espíritu Santo, parece que se escapa en absoluto a la percepción de nuestros sentidos. Además, en el Nuevo Testamento encontramos que sólo se ha manifestado visiblemente bajo tres símbolos: una paloma, una nube y lenguas de fuego. Estos tres símbolos, poco humanos y nada divinos, son los únicos que los artistas pueden ofrecer a la piedad de los fieles para conservar la memoria de su existencia y de sus inmensos beneficios.

- Falta de doctrina: El gran desconocimiento que se tiene del Espíritu Santo, no sólo de parte de los fieles, sino también de muchos sacerdotes, depende sobretodo de la escasez de buenas publicaciones que se han hecho en torno a Él; así, de lo poco que saben los maestros se puede deducir fácilmente lo que sabrán los discípulos: apenas unas cuantas nociones breves y abstractas, que sólo dejan en la memoria palabras más que ideas.


- Falta de devociones: Hay muy pocas fiestas litúrgicas en torno al Espíritu Santo, y no se celebran ordinariamente con el esplendor y entusiasmo que deberían. Lo peor de todo es que la gran mayoría de fieles no se da cuenta de este inconveniente tan grande y no se acuerda que en el Dios que adora existe una tercera persona que se llama “Espíritu Santo”.

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Y tú... ¿Conoces al Espíritu Santo? ¿Qué tan "olvidado" lo tienes?

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