El Catecismo de la Iglesia
Católica define a la Catequesis como “educación
en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos, que comprende especialmente
una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y
sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana” (CEC 5; Ver CT 18). Desde esta sencilla, pero profunda y rica aproximación,
comprendemos cómo es necesario acompañar y hacer crecer la semilla que Dios
mismo ha puesto en todo fiel desde el día en que recibió su bautismo. Esta
educación deberá ser gradual y progresiva, cada vez más seria y comprometida, y
deberá tomar en cuenta todos y cada uno de sus ambientes y necesidades. Los
cristianos debemos alcanzar, como apunta San Pablo, “la estatura de Cristo, el hombre perfecto” (Ef 4, 13), y para llegar a esta meta, la Catequesis es más que
necesaria.
La Iglesia siempre ha
considerado a la Catequesis como una de sus tareas primordiales. El Papa San
Juan Pablo II afirmó al respecto: “Ya que
Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles la consigna de
hacer discípulos a todas las gentes enseñándoles a observar todo lo que Él
había mandado, les confiaba la misión y el poder de anunciar a los hombres lo
que ellos mismos habían oído, visto con sus ojos, contemplado y palpado con sus
manos, acerca del Verbo de vida” (CT
1). Por eso, desde el inicio de su existencia como la continuadora de la obra
de su Señor, y hasta el día de hoy, después de más de dos milenios en
fidelidad, la Iglesia ha puesto especial atención en propagar la Buena Nueva, y
se empeña con responsabilidad para que sus fieles conozcan y comprendan cada
vez más y mejor este anuncio de salvación.
Ahora bien, uno de los retos
que actualmente más nos urge atender es la vida comunitaria y familiar. El Papa
Francisco afirma que “se podría decir que
el espíritu familiar es una carta constitucional para la Iglesia: así el
cristianismo debe aparecer, y así debe ser. (…) Las familias son una de las
redes más importantes para la misión de Pedro y de la Iglesia” (Audiencia
general del 5 de octubre de 2015). Por ello todos, desde nuestra particular
situación, estamos llamados a cooperar y a comprometernos con esta prioridad
eclesial.
Este próximo domingo, 11 de
junio de 2017, celebraremos en nuestra Iglesia Diocesana, con gran esperanza,
el “Día de la Catequesis”. Oremos por nuestras familias, y también oremos por
quienes sostienen el trabajo catequístico en nuestra Arquidiócesis: Oremos por
nuestro Obispo, “el primer responsable de la Catequesis y el Catequista por
excelencia” (CT 63), por nuestros
Párrocos y Vicarios, por nuestros Catequistas, y por los miembros de la Sección
Diocesana de Evangelización y Catequesis. Si es posible, apoyemos también
económicamente, aportando en la colecta que se hace con este fin.
La familia sigue siendo la
célula esencial de toda sociedad. Recordemos que es también allí donde se
descubren y aprenden todos los valores que sus miembros desarrollarán en su
comunidad.
Terminemos citando al Papa
Francisco: “Cada familia cristiana puede
acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con
Él, y así mejorar el mundo. La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir
la vocación y la misión de cada familia, y así convertir en ellas en algo
normal el amor y no el odio, convertir en algo común la ayuda mutua, no la
indiferencia o la enemistad” (Audiencia general del 17 de diciembre de
2014).
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