miércoles, 23 de noviembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Vigésima Parte)


El Ambón (Ver IGMR 309)

El Ambón no es un mueble (es decir, un "objeto móvil), sino el lugar de la Proclamación de la Palabra de Dios, signo visible del anuncio de la salvación, lugar de la Presencia del Señor en medio de su Pueblo manifestándole su voluntad. Se debe diseñar en armonía con el Altar (y con la Sede).

En las solemnidades se puede adornar con un velo y / o con una alfombra adecuada.

Debe tener un lugar digno, destacado y fijo, y sus libros (Leccionario o Rituales) también deben apostar por la dignidad. La luz y el sonido que lo complementan deben ser los mejores posibles.

Debe estar situado en un espacio suficientemente amplio, que permita acercarse cómodamente a los ministros que llevan los ciriales y el incensario.

El Cirio Pascual debe colocarse cerca del Ambón durante la cincuentena pascual; luego, puede permanecer durante todo el año litúrgico cerca de la Fuente Bautismal. Desde el Ambón no se dicen las moniciones, no se dirigen los cantos ni se dan los avisos; aún para hacer la oración de los fieles o la homilía, algunos litrugos no lo consideran adecuado.

La Sede (Ver IGMR 310)

No es un asiento utilitario, sino el lugar permanente desde donde se preside la asamblea; es signo de la Jerarquía que actúa permanentemente en la comunidad.

La Sede es única, y debe estar de cara a la comunidad, con fácil comunicación, fija y suficientemente visible para los fieles.

No igualada con otros asientos, ya que la asamblea es única, con un único presidente que actúa en nombre de Cristo, asumiendo en sí el sacerdocio de todos.

Cerca de la Sede pueden ponerse otros asientos para los diáconos. Los acólitos no deberían ocupar esos lugares ni sentarse de cara al pueblo. Aún los concelebrantes no se sientan como "presidiendo".

sábado, 19 de noviembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Décimo novena Parte)


 

PARTES IMPORTANTES DEL PRESBITERIO

1. El Altar (Ver IGMR 296-308)

El Altar debe ser el "punto de referencia" de todo el Templo, pues en él se realiza el Sacrificio Eucarístico y el Banquete Sagrado. Conviene que esté separado de la pared, para que se pueda girar en torno suyo.

Las dimensiones del mismo varían, en proporción a las del Templo (un Altar demasiado pequeño en un gran Templo ni luce ni dice de lo que ahí se celebra... lo mismo pasa al contrario). En Templos consagrados, vale la pena que sean de piedra y fijos, y deben contener la o las reliquias destinadas para el mismo. También pueden elaborarse en otros materiales, como la madera, y sobre él pueden colocarse motivos eucarísticos.

El Altar no es un púlpito ni un objeto funcional ni un taburete para colocarle ciertas cosas o hasta anuncios. Es símbolo de Cristo, la piedra angular (Ver 1 Co 10, 4; Summa Theologica III, q. 83, a3, ad 5), el "ara" verdadera del único Sacrificio. Por eso, debe ser reverenciado y respetado. Ante el Altar se hace reverencia o inclinación profunda.

Por reverencia al Memorial del Señor, se adorna con un mantel (blanco). Desde el principio, para toda celebración, el mantel debe estar colocado; tener el altar "desnudo" sólo aplica el Viernes Santo (como signo de duelo por la muerte del Señor).

Como adelantamos, el mantel debe ser blanco (IGMR 117. 334), es toda una tradición en la Iglesia Católica de Occidente.

Auque en algunas comunidades suelen usarse manteles de colores litúrgicos (rojo, verde, morado, rosa, negro y blanco), debería evitarse este uso, en razón de las disposiciones oficiales de la Introducción General del Misal Romano, antes citadas. Tampoco deben colocarse sobre el Altar plásticos, vidrios o micas, para evitar que se manche de cera o para colocarles debajo las intenciones o avisos parroquiales.

La credencia es la mesa donde se colocan los objetos sagrados para la Celebración, es ésta el lugar más adecuado para poner las cosas, no sobre el Altar. El micrófono, el atril, o los papeles, no deberían colocarse sobre él; tampoco es un "afiche de mensajes" o un "exhibidor de carteles".

Cerca del Altar se colocará un Crucifijo, que haga ver la relación de la Eucaristía con el Sacrificio de la Cruz. La IGMR, en su número 308, aclara: "Igualmente, sobre el Altar o cerca de él, colóquese una cruz con la imagen de Cristo crucificado, que pueda ser vista sin obstáculos por el pueblo congregado".

Después de las Celebraciones se debe colocar encima un "cubre mantel", para protegerlo y mantenerlo limpio. Se puede sacudir antes de cada celebración con un plumero o con un cepillo fino de ropa...

viernes, 18 de noviembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Décimo octava Parte)


Las dos grandes partes del Templo:

a) El Presbiterio (Ver IGMR 295)

Es el lugar del Presbítero, del Sacerdote, del Presidente de la Asamblea. Sería conveniente que tuviera un nivel superior al de la nave, si no es posible, al menos una alfombra de color serio y elegante debería cubrir al menos la tarima del altar. Podría contener repisas y bases para acomodar las flores.

En cuanto a éstas (las flores), deberían ser naturales, pues su aroma armoniza mejor con quien es "la flor de los campos y el lirio de los valles" (Ver Cant 2, 1), y quien "exhala el perfume de las virtudes" (2 Co 2, 15-16).

Durante la Cuaresma se prohíbe el uso de las flores (Ver IGMR 305); en las celebraciones de difuntos pueden omitirse; durante el tiempo de Adviento deben ser pocas, para contrastar con la alegría de la Navidad y su especial adorno. Como regla general, hay que procurar siempre que los adornos no distraigan del altar o de la celebración.

Afortunadamente, ha aumentado el número de decoradores profesionales, quienes pueden hacer unos buenos arreglos florales para las grandes ocasiones. No descartamos que el propio sacristán sea quien compre y arregle los floreros.

El presbiterio se debe limpiar, barrer, trapear y sacudir todos los días. Sus paredes, imágenes, candeleros y alfombras conviene que se sacudan y limpien cada ocho días. Cuidar que las flores se cambien cuando sea necesario, y el agua diariamente, para que no se pudra.

lunes, 14 de noviembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Décimo séptima Parte)


1. El Templo

El edificio material es signo del verdadero Templo de Dios, que es Cristo (Ver Jn 2, 19-21), y de nosotros, personalmente y como Iglesia (1 Co 3, 16-17; Ef 2, 21). Además, es Casa de Dios, por la presencia del Santísimo Sacramento en el Sagrario, y las varias presencias de Cristo durante la celebración (en su Palabra, en el Celebrante, en la Asamblea, en las Especies Consagradas, etc.).

Por eso, hay ciertos signos de respeto que se deben cuidar: Presentarse aseado (de cuerpo y también de alma), tener espíritu de oración y gran sentido de lo sagrado, vestir de modo digno, etc. Así, cualquier persona, sea creyente o no, podrá descubrir que en ese Templo se alaba al verdadero Dios.

El sacristán no debe andar con pantalones cortos (short), pants, camisetas sin mangas, o con cualquier traje o vestido que desdiga el decoro del Templo y de la Celebración. Si cuidamos tanto nuestra presentación en eventos sociales... ¿Por qué no hacerlo en nuestra audiencia con el Señor?

No debe hablar en voz alta dentro del Templo, sino discretamente, para conservar un auténtico ambiente de oración y no estorbar a quienes desean hacerlo. No se deben arreglar asuntos personales allí, hay otros espacios donde se puede convivir y hacer tratos.

Evitar posturas inconvenientes, aunque esté a solar: cruzar la pierna, fumar, escuchar o cantar música indigna, correr o jugar, comer o tomar bebidas embriagantes, curiosear, etc.

Tras cada celebración, hay que revisar que el lugar esté aseado, pues no ayuda al encuentro con Dios un Templo sucio y desagradable. Desgraciadamente muchas familias no alcanzan a distinguir entre la Casa de Dios y un lugar de recreo o paseo, por tal motivo no faltan los biberones derramados, los pañuelos desechables usados, las bolsas de botanas tiradas, etc.

Finalmente, hay que cuidar el "escenario de la celebración", es decir "los polos" de la misma.

viernes, 11 de noviembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Décimo sexta Parte)


VI. MANTENER EN ORDEN Y EN BUEN ESTADO LOS LOCALES Y OBJETOS

El Templo es signo de la comunidad, y el sacristán es el responsable de hacer que el signo sea expresivo y genere devoción y compromiso. Por eso, el mantenimiento y el cuidado del inmueble y los muebles que resguarda está entre sus principales preocupaciones.

Se han de limpiar y sacudir el ambón, la sede, el área del sagrario, y las alfombras, de preferencia antes de cada celebración. Si es el caso, debe vigilarse que los encargados de aseo barran, trapeen y sacudan, y que las bancas estén bien acomodadas, limpias, y en general todo en su sitio.


Para las grandes ocasiones (Pascua, Navidad, Fiestas Patronales o Visita Pastoral), hay que limpiar las paredes, las imágenes, los candeleros, y también lustrar las bancas y las demás cosas de madera, incluyendo las puertas. Constantemente hay que limpiar la cera del piso y los siempre tan comunes chicles pegados en las hincaderas o debajo de las bancas. Ya hemos hablado de acomodar todo lo que se usó en su lugar correspondiente en la sacristía o bodega.

Lo que no se use (como cortinas, telas varias, cuadros, etc.), hay que preguntar a los sacerdotes qué acomodo o qué fin se les debe asignar.

Antes de que se venga el tiempo de aguas se deben limpiar las azoteas de toda basura, lecherear o impermeabilizar, y si es preciso arreglar toda humedad. También hay que regar los jardínes o árboles, limpiar sus cajetes, y tener cuidado con las podas necesarias.

Nota: No es necesario que el sacristán efectúe todos estos menesteres, pero sí que coordine y se encargue de que todo esto se haga.


sábado, 5 de noviembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Decimoquinta Parte)


4. Vasos Sagrados

a) Cálices

El Cáliz debe ser un vaso bello, digno de ser ofrecido, y expresión de la majestad del Sacrificio de Cristo, reservado exclusivamente para la Eucaristía.

Debe hacerse de material digno y especialmente valioso. No de un material absorbente o que fácilmente se deteriore: El cristal y la cerámica son rompibles; la madera o el barro expresarían poca estima.

No deben usarse vasos comunes; ni formas de jarras o platones. Procurar que se distingan de una copa o de un plato común.

Conviene dorarlas, al menos hacia el interior de la copa; tiene sus ventajas: limpieza y salud.

El Cáliz pierde su consagración si se inutilizó, si la copa se separó, se perforó, se le dio un uso profano, o si se ofreció en venta pública (aunque no se haya logrado vender).

b) Patenas

Ordinariamente forman un "todo" con el Cáliz, pues conservan el mismo material, color, adornos y medidas de su par. También pueden usarse otras patenas, de material digno y que cumplan la función de recibir la Hostia (o las hostias), durante la Celebración Eucarística.

c) Copones

El Copón se usa donde hay bastante participación de fieles para la Comunión y se requiere de mucha Reserva. Son copas grandes con tapa para repartir y resguardar la Sagrada Comunión, dentro y fuera de la Misa. Su material debe ser igual o muy parecido al del Cáliz: marfil, madera noble, cobre dorado; no plomo ni cristal. También puede tener la forma de cestillo o platón.

No es muy común, pero puede también cubrirse con un lienzo apropiado: Recibe el nombre de "Muceta".

d) Relicarios

Los recipientes que se usan para llevar el Santísimo Sacramento a los enfermos tienen la misma dignidad que el Copón. Deben cerrarse con seguridad y purificarse con cierta facilidad. Se pueden guardar en una bolsa pequeña con seda, provista de un cordón, de tal suerte que pueda colgarse al cuello del Ministro.

Conviene también que se envuelva en un purificador.

e) Custodias

La Custodia se usa para la exposición Eucarística.

Debe ser de un material digno. La forma más común de su confección es la de un Sol (con rayos).

La "lúnula" o "viril" se usa para sostener la Sagrada Forma, dentro de la Custodia.

Cuando la Hostia Sagrada va a resguardarse en el Sagrario, el Viril se puede colocar dentro de un "Ostensorio", o bien, resguardarse adecuadamente.


martes, 1 de noviembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Décimocuarta Parte)


3. Los lienzos

a) Manteles

Los manteles se usan al menos desde principios del Siglo II, y presentan al altar como la Mesa del Banquete Eucarístico.

Pueden ser de cualquier tela, pero blancos (Ver IGMR 117. 304).

Pueden o no tener adornos, y requieren de una bendición especial antes de colocarse.

El mantel da presentación digna al altar, por eso debe estar limpio, simétrico, planchado, y muy bien colocado. No debe sujetarse con aros o listones de tela, madera o metal.

No conviene cubrirlo, de ordinario, con ciertas áreas de vidrio o acrílicos. Al terminar la Celebración, se puede poner un sobremantel de tela o plástico (en algunas comunidades se utilizan sobremanteles con los colores litúrgicos).

b) Los Corporales

Son lienzos cuadrados, sobre los que descansa el Cuerpo de Cristo durante la Santa Misa y / o la Adoración Eucarística.

De preferencia, deben ser de lino blanco y sin bordados (aunque pueden tener encajes angostos en sus orillas).

Antiguamente, cubrían toda la mesa del altar. Hoy, conviene que tengan unos 40 o 50 centímetros por lado, y pueden almidonarse sin hacerlos muy tiesos.

Se pliegan en nueve secciones, de suerte que, al desplegarse, pueda trazarse en medio el signo de la Cruz. Al doblarse, se hace todo hacia el interior, de modo que pudiera recoger fragmentos del Cuerpo de Cristo accidentalmente caídos; nunca debe sacudirse, ni girarse hacia afuera.

c) Palias

Son piezas cuadradas de lino que se utilizan para cubrir opcionalmente el cáliz. Deben coserse y descoserse para lavarse, o reponer el cartón recamado que cubre su parte superior. Conviene que tengan un adorno que motive la piedad (una cruz, o signos eucarísticos). Algunos, incluso, ostentan los colores litúrgicos.

d) Purificadores

Con ellos se seca el cáliz, los dedos y la boca del Celebrante. Los purificadores suelen ser de lino blanco, o de una tela suficientemente absorbendte y delgada; de preferencia, con una medida de 20 x 30 centímetros, o de 30 x 40, pues al lavarse con frecuencia, se desgastan.

Conviene bordarles una cruz al centro, para no confundirlos con los manutergios. Se pliegan a lo largo en 3 partes, y luego por mitad. No deben hacerse de material sintético, o no absorbente. Tampoco deben almidonarse.

e) Manutergios

Son toallas pequeñas, muy útiles para secar las manos del sacerdote (o de los ministros) durante la Eucaristía. No existe una norma específica sobre su material o color. Si son blancos, no deben colocarse en el mismo lugar que los purificadores.