Una parte de la tradición cristiana, fuertemente
inspirada por la iconografía y hasta por algunos textos apócrifos, ha
deteriorado la imagen de San José: Se le pinta o se le esculpe con barba
abundante, rasgos avejentados, inocentes y hasta demacrados… Así, más que
provocar devoción e inspirar la imitación de sus virtudes, provoca pena,
lástima o hasta burda compasión.
Mal interpretada la Sagrada Escritura, en ocasiones
se ha presentado al Patriarca como sumiso y abnegado a soportar una carga
pesadísima: A recibir a su esposa (o como dice el evangelio apócrifo de Santo
Santiago, a su “protegida”) pese a que está esperando un hijo y que por
supuesto no es suyo… a acoger y a adoptar a un bebito que la razón no le
alcanza para saber que viene de Dios… a vagar por Belén, de puerta en puerta
buscando un sitio para que nazca aquella criaturita, y a aceptar dolido el
portal y el pesebre como único lugar para su alumbramiento… a recibir a los pastores o a los sabios
de Oriente, y no saber ni qué decir… a llevar a circuncidar a Jesús con el fin
de incorporarlo como descendiente de Abraham… a “rescatar a Jesús de la
ira de Dios”, ofreciendo lo estipulado por la ley, en calidad de “humildes”… a
llevar a María al Templo para purificarse… a huir a Egipto, de noche, y
temeroso de que maten a su familia… a volver después de años y
encontrarse aun con peligros… a volver a Nazaret y educar a Jesús como su
auténtico hijo, y proteger a María como su esposa fidelísima… a llevar a Jesús
al Templo para celebrar su intromisión en la vida adulta… a buscarle y
rebuscarle luego de que se les quedó en Jerusalén… a encontrarle y recibir
aquellas durísimas palabras de “¿Por qué me buscaban? ¿Qué no saben que debo
ocuparme de las cosas de mi Padre?”… de volver a Nazaret y seguir instruyendo a
Jesús en un oficio útil y dignamente remunerado… y a desaparecer, finalmente,
sin figurar como protagonista ni decir en toda la Biblia una sola
palabra…
Con estos rasgos tan escuetos, y que aparentemente
no asombran demasiado, ¿Podríamos decir que San José es modelo para todos los
padres de familia?
La respuesta es muy sencilla: Así, definitivamente,
no…
Entonces, ¿Cómo arriesgarnos a desarrollar un post sin fundamentos, o sin razones suficientes para avalarlo?
1. José, según la Biblia… según algunas opiniones
La Sagrada Escritura es el texto más idóneo para
conocer mejor la figura del Santo Patriarca… pero sobresale por su sobriedad…
Lo que hemos dicho anteriormente, aunque muy
difundido entre algunos cristianos, y supuestamente inspirados en la Escritura,
no plasma fielmente lo que dice la Biblia…
Por poner solo un ejemplo: San José es presentado, cuando
decide abandonar a su prometida, María, luego de saber que se encontraba encinta encinta, como un “varón justo” (ver
Mt 1, 19). Y esta “justicia” no se explica en la Escritura abundantemente, por
ello, algunos autores han aventurado algunas opiniones:
- Algunos dicen que José, si era “justo” es porque
era un “cumplidor de la Ley”… Suena esto atractivo, pero… veamos: Si José, al
saber que su esposa estaba embarazada y corroborando su no participación en
esta situación particular, hubiera auténticamente sido un “cumplidor”, no habría
decidido abandonarla, o repudiarla en secreto… sino que la hubiese acusado
públicamente, y habría participado en la lapidación de “este tipo de mujeres”
(ver Lv 11; 19; 20).
- Otros, opinan que su “justicia” equivalía a
“misericordia”, pero entendida más bien como “bonachonería”... Así, si José
decidió huir de su esposa enfrentada a esta situación embarazosa, fue porque
quería que “a él se le culpara” de lo ocurrido… También parece una atractiva
opinión pero, si se trataba de esto, ¿Por qué la Biblia utiliza la palabra
“justo” y no, más bien, “misericordioso”, “buenito”, o quizá, aunque suene más
agresiva, “ingenuo”?
Otro sector piensa, y esto suena más acercado a una
sana interpretación de la Escritura, que si José era un “varón justo” era porque
ya conocía el Proyecto de Dios desde el principio y no quería competir con
Él…
Hay quien dirá que esta opinión está errada, porque
San Lucas (ver Lc 1, 26 – 37) nos presenta el anuncio del Ángel a María y no a
San José… por tanto, José “no sabía nada” de esto, y tuvo que enfrentarse, con
todo el dolor que esto suponía, a la incertidumbre…pero hay que considerar que
el anuncio a José en sueños por el Ángel es narrado solo en San Mateo (ver Mt
1, 19 – 24), y nunca se dice que él no supiese nada de lo ocurrido, y también
es el único Evangelio que lo describe como “justo”.
Conciliando ambas posturas, hay que decir que José sabía del Plan de Dios, pero lo que no sabía es si él cabía en estos
planes... ¡Y Dios le hace saber que sí!
Era “justo” porque no quería apropiarse un Hijo que
no era suyo… era “justo” porque aunque amaba a su esposa, y estaba comprometido
con Ella, Dios también la había elegido para ser la Madre de su Hijo… era
“justo” porque sabía que Dios tenía un proyecto de salvación, pero no sabía aún
si Dios quería asociarlo a este Plan…
Pero Dios le hace saber que sí… que ya no dude en
recibir a María, y que le ponga nombre al Niño, a fin de que sea considerado
hijo suyo, y pueda contar con una figura terrena que le ayude a percibir el
Amor de Dios... y para que Jesús tuviese la ascendencia davídica, requisito
indispensable para el nacimiento del Mesías (ver Lc 2, 4).
Así, José se convierte en el Padre Putativo de
Jesús (es decir, Jesús le dirá “padre” aunque no lo fuese en sentido estricto).
En la edad media era muy común esta denominación
para San José, y al abreviar “Pater Putativus” en latín, surgió una
expresión “PP”, que hoy se utiliza mucho para llamar a los que tienen el nombre
de “José”.
Resumiendo, José era un “varón justo”, porque su
vida estaba “ajustada a la voluntad de Dios” (ver Benedicto XVI, Discurso en
Mvolyé, Camerún. 18 de marzo de 2009).
2. San José, modelo de los padres de familia
Analizando con más calma y con una sana exégesis
(explicación o interpretación de la Escritura) los textos que a San José la
Biblia le atribuye, sí que tenemos razones suficientes para justificarlo como
modelo de los padres de familia. Resumamos esto en dos posturas:
Lo que no fue San José:
- San José no fue un hombre ingenuo, que
acepta todo sin hacer ninguna reclamación, ni un varón que injustamente
abnegado se deja manipular.
- San José no fue un hombre avejentado, ni en
rasgos, ni en actitudes. Fue un hombre de su tiempo, un joven enamorado y
comprometido legalmente con María, su esposa.
- San José no fue un hombre que toleró la
“infidelidad” de su esposa… No se le puede llamar un hombre “cornudo”…
estas consideraciones son ofensivas. Él conocía el Plan de Dios, y se adaptó a
él, consciente y activamente.
- San José no fue un hombre del que se puede
prescindir. Sin él, la historia de la Salvación no estaría completa. Su participación efectiva está más que justificada.
- San José no fue un hombre que desaparece sin dejar
huella. Mucho debió aprender de él Jesús, y María sin lugar a dudas que tuvo
gratos recuerdos y sanas vivencias para seguirlas meditando en su corazón.
Lo que sí fue San José:
- San José fue un hombre honrado y trabajador. Tenía
un oficio digno, y justamente remunerado. No fue un hombre que vivió
fácilmente. Con su trabajo esforzado se ganó honradamente el pan para sí mismo
y para su familia.
- San José fue un hombre sincero.
Manifestó su voluntad de abandonar en secreto a María, al no saber si Dios
quería asociarlo a su Plan de Salvación. Pero al saberlo, no dudó en participar
de este Proyecto, aun con todo lo que implicaba.
- San José fue un hombre prudente y fiel. Un
varón al que se le pueden aplicar perfectamente las palabras de Mt 24, 45.
- San José fue un hombre que amó y defendió solícito
a su familia. En los pocos y distintos pasajes que los
Evangelios de la infancia de Jesús nos presentan (San Mateo y San Lucas), queda
más que comprobado.
- San José fue un hombre de “pocas palabras”, pero de
“mucha acción”. Quizá por eso la Escritura no nos dice nada que
él haya expresado… pero hizo, y bastante…
Creo que estas razones son suficientes para
decir, con toda propiedad, en qué sí y en que no los padres de familia
encuentran en San José un modelo ejemplar, digno de ser considerado e imitado.