Cuarto Domingo de Cuaresma: Jesús se presenta como "Luz". Él ha venido para que se definan los campos, para que los ciegos vean y los que ven queden ciegos.
Y San Juan, con gran acierto, presenta esta verdad teológica acompañada de un signo: Jesús da la vista a un ciego de nacimiento (Jn 9, 1 - 41).
¡Podrían profundizarse en tantas cosas con este Evangelio!
Hoy, sólo quiero detenerme en la pregunta con la que increparon al que había sido ciego, tanto sus vecinos como los fariseos, contrariados e indignados con aquel portento, pues aunque se trataba de una obra buena, había sido realizada en el Día de Precepto:
¿QUÉ TE HIZO?
Y el antes ciego, por varias ocasiones, tuvo que relatar lo sucedido, resumiendo en tres partes la acción con la que el Divino Maestro lo trajo a la luz:
1. Me puso lodo.
2. Me lavé.
3. Veo.
Comencemos por aclarar que aquel hombre estaba en las tinieblas: Era ciego. Por lo tanto, su condición inició desde un punto terrible. Había "tocado fondo", y con la gracia de Dios, lo que ahora debía hacer era levantarse y andar con la luz. Por ello, Jesús puso lodo sobre sus ojos. Este "barro" nos trae a la memoria la hechura con la que Dios hizo al primer "sacado del polvo" (Gn 2, 7). Cubrió sus ojos con una mezcla del "mundo" y de su "esencia" (tierra y saliva), y le ordenó que fuera a lavarse.
El ciego, obediente, fue hacia "Siloé" (el mismo Evangelio apunta que esta palabra, proveniente del idioma hebreo, significa "enviado"), y se lavó... Así fue como recobró la vista.
Asombra que el prodigio vaya narrado apenas en tres escasos renglones, y que la discusión, las faltas de crédito y las ofensas que se suscitaron al respecto, ocupen de siete párrafos intensos. El caso es que el ciego fue expulsado de la sinagoga, como antes ya lo había sido Jesús. Éste, por "pecador"; y el Señor, por "blasfemo".
Así las cosas, vale la pena reflexionar que, ante la precariedad de nuestra condición actual, vale la pena sabernos y expresarnos como ciegos, no vemos claramente, no tenemos la luz... pues sólo de esta manera Jesús podrá untarnos de su barro; sólo así podremos lavarnos; sólo así podremos ver.
¿Qué te hizo? Buena pregunta... ojalá crean nuestra respuesta.
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