domingo, 3 de septiembre de 2017
PERDER... ¡PARA GANAR!
Domingo 22 del tiempo Ordinario. San Mateo nos presenta un hermoso Evangelio, y sin duda podríamos sacar de Él muchas enseñanzas prácticas para nuestra vida. Yo sólo quiero detenerme en una, y espero que nos sea de gran provecho para nuestro hoy.
Luego de que el Príncipe de los Apóstoles intentara disuadirlo, argumentando que su proyecto no podría verse opacado por el sufrimiento y la traición de los jefes de su pueblo, Jesús dijo a sus discípulos:
"El que quiera venir conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si alguien quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?"
Y he aquí mi pequeña reflexión:
Negarse a sí mismo, cargar la cruz, seguir al Maestro, perder la vida... nada de esto tiene sentido para el mundo, ¡Este no es el pensamiento de los hombres!
El mundo nos propone todo lo contrario: Consentirse a uno mismo, evitar la fatiga, descansar, gozar del momento... Para los que no piensan como Dios, sólo en esto radica el disfrute de la vida.
Pero Jesús sabe que sólo aquel que es capaz de negarse, y de perder la vida por Él y su Evangelio, es digno de ganarse la eternidad. Efectivamente, ¿De qué nos sirve "salvar" la vida de unos cuantos años, si al final nos veremos perdidos por toda la eternidad? ¿Acaso los bienes que acumulemos en este mundo podrán garantizarnos una vida holgada por siempre?
Como bien dice la liturgia de Difuntos, "para los que tenemos fe, la vida no se acaba, sólo se transforma, y disuelta nuestra morada terrenal se nos abre una mansión eterna en el Cielo"...
Es hora de vivir la paradoja de Jesús: ¡Hay que perder... para ganar!
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