Recuerdo que en una ocasión, luego de un largo camino
bajo el Sol y el polvo de una de las comunidades rurales más lejanas de nuestro
Estado, invité a mi compañero de trabajo a comprar algo que nos refrescara y nos
ayudara a levantar los ánimos… había sido una jornada de mucho calor, la sed
aquejaba y parecía una buena idea tomar ya un merecido descanso… llegamos a los
abarrotes de Don Poncho y, después de un afectuoso saludo, le dijimos que
queríamos comprar un refresco. En la tiendita lugareña, todos los marchantes se
nos quedaron viendo con asombro y desconfianza después de escuchar lo que
pedimos. Nosotros, desconcertados por la expresión de sus rostros, no sabíamos
qué pasaba. Después de unos aterradores segundos de silencio, un “alma generosa
y caritativa” nos explicó el asunto: Los “refrescos”, para ellos, no son
bebidas gaseosas, sino “personas homosexuales”…
Atendiendo al ejemplo enunciado, quisiera preguntar: ¿Quién
estaba mal: ellos, por entender algo diferente a lo que deseábamos pedir… o
nosotros, por haber solicitado algo distinto a lo que ellos entendían? Así es,
la respuesta es sencilla: Nadie estaba mal. Ninguno se había equivocado,
realmente, solo teníamos un conflicto evidente en la comprensión de los términos…
había allí un problema de semántica…
“Semántica” es la parte de la lingüística que estudia el
significado, sentido o interpretación de los signos lingüísticos. Así es que,
si en una conversación ambas partes no manejan o no tienen claridad en el
significado de los términos que utilizan, las palabras nunca podrán ser unívocas,
de ninguna manera podrán ser comprendidas de una sola manera; la comunicación resultará
imposible o luego de algunas frases se proyectará irremediablemente hacia el
desastre, por lo equívoco de sus expresiones...
* * * * * *
Nuestra Nación, actualmente, está sufriendo un grave
problema que no solo ataca a la “semántica”. Cuando se habla de “matrimonio
igualitario”, de “géneros sin género”, de “banderas arcoíris”, de “igualdad y
tolerancia”, o más aún, de “amor”, no es que se hayan tergiversado los términos
o no se tenga la suficiente claridad de lo que estas palabras significan… el
problema es más serio y mucho más complicado de lo que parece…
Pareciera que hoy, a fuerza de "calzador", se
están queriendo colocar diversas ideologías en la mente y en la cultura de los
individuos. Con ese afán de evitar las represiones (auténticas anarquías
disfrazadas de "progreso"), se van inventando nombres o construyendo
teorías que logran imponerse, incluso con el apoyo de la ley. Las minorías
parecen prevalecer y se ignora al sentido común.
Hay un principio filosófico que reza: “el ser es, el no
ser no es”; y hay otro que aclara: “nada puede ser y no ser al mismo tiempo y
bajo las mismas circunstancias”. Pues bien, atendiendo a estos principios, tan
evidentes e irrefutables, estaremos de acuerdo en que no hace falta, para
lograr la autonomía, organizar marchas obscenas, exhibir cuerpos desnudos,
proferir palabras altisonantes, o perpetrar profanaciones y sacrilegios...
¿Pa´ qué tanto brinco, estando el suelo tan parejo?
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