miércoles, 28 de septiembre de 2016

MANUAL DEL SACRISTÁN (Primera parte)




PRESENTACIÓN

Apreciables Sacristanes:
Cualquier persona, sea creyente o no, cuando entra en un Templo y observa todos los muebles ordenados, limpios los pisos y manteles, en su sitio las imágenes, completas las repisas, acomodados los objetos litúrgicos, iluminación y sonido apropiados, y en general dispuesto todo para celebrar un culto adecuado, no dejaría de reconocer la dignidad de lo que allí se celebra.

En gran parte, todo esto es obra callada pero eficaz de cada uno de ustedes.

Es cierto que desarrollan una labor importantísima, y también es cierto que casi nadie la reconoce. Es verdad que de su desempeño depende en gran medida que las celebraciones litúrgicas sean a la altura de la fe que profesamos, y también es verdad que aunque la gran mayoría de los fieles sólo presencian celebraciones de tres cuartos de hora semanalmente, ustedes han trabajado muchas otras para que esa liturgia pueda realizarse como se debe.

Si es una labor “escondida” la que realizan, no por eso es menos importante. No porque su esfuerzo no sea del todo reconocido dejará de ser fructífero.

Queridos sacristanes, privilegiados de los misterios de la fe, este Manual no sólo quiere “servir de guía” para conocer más y mejor su servicio, tanto si se inician en él o tienen ya años realizándolo, sino también para ofrecer un reconocimiento a su labor.

Pocos se han aventurado a escribirles, y darles unas cuantas palabras de aliento y motivación. Pues bien, hoy queremos ofrecerles lo que desde hace mucho “les debíamos”: Nuestra Gratitud.

Que Dios siga fortaleciendo su entrega, y que María Santísima les alcance todas las gracias que necesitan para continuar su ministerio litúrgico.

Nota importante: Se tomó en cuenta un escrito de Juan Revilla, sacerdote de la Diócesis de San Juan de los Lagos, de otros textos del Magisterio de la Iglesia, y de las experiencias y conocimientos personales. Agradezco, así mismo, el patrocinio del Pbro. Enrique Arellano Arellano, y las puntuales anotaciones y correcciones del Sr. Cura Lic. Alejandro Branca Palencia.

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