El dinero, en sí, no es ni bueno ni malo,
su valor depende del ojo que lo percibe y de la mano que
lo gasta"
El Evangelio de San Lucas nos muestra a Jesús
adoctrinando a sus discípulos respecto al tema tan espinoso del dinero. Los
bienes materiales pueden hacer del que los posee un hombre perfectamente feliz
o eternamente desgraciado.
El dinero es un instrumento que puede emplearse para
evolucionar, para "salir adelante", para "alcanzar
prosperidad", o también para amargarse, llenarse de codicia, perder toda
relación y terminar por envenenar el corazón y el alma de quien lo atesora.
Jesús explica, suficientemente, con una parábola
ingeniosa (Ver Mt 6, 24 - 34), que con el dinero "tan lleno de
injusticias", debemos ganarnos amigos que, cuando muramos, nos reciban y
nos acojan en el cielo.
¿Qué querría decir el divino Maestro con tan enigmática
frase?
Sin duda que, para bien o para mal, todos, de alguna
manera, usamos el dinero... Jesús no dice que sea "malo", sí dice y
hay que subrayarlo que "se gana con mucha injusticia"... ¿Por qué?
Para la gran mayoría de los hombres, la forma
"habitual" de adquirir el dinero es "trabajando". Si no se
trabaja, ordinariamente, "no se remunera", y si no hay
"paga" no hay modo de tener lo que el dinero puede adquirir... Sin
embargo, ¿Quién podría decir que su trabajo realmente vale lo que gana? ¿Unos
cuantos centavos, de verdad, podrían pagar todo lo que se hace durante la
jornada? Además, todos sabemos que la gente que "más trabaja" es casi
siempre la que "menos gana"... es cierto que hay muchísimos asegunes
pero... "suele suceder".
También existen otras formas de adquirirlo, algunas que
simplemente "se dan", como es la ocasión de aquellos que
"heredan fortunas", tan sólo por ser el "vástago
apropiado", nutriendo sus arcas y sin saber lo que a otros les cuesta el
pan cotidiano.
Otras, son menos dignas, como los que roban y se apropian
lo ajeno injustamente... los que encuentran la forma de que alguien los
mantenga, o sólo esperando que familiares, el gobierno o las
instituciones de beneficencia los socorran, pero sin mover un dedo y dándose a
la buena vida, a los vicios y a la holgazanería...
O también aquella, en que los que están en la cima de las castas sociales y sin mucho esfuerzo ganan jugosos salarios,
honorarios extra, bonos ficticios, plazas fantasmas, etc.
Sí, sí... Jesús sabía muy bien, y ahora todos nosotros lo
sabemos, que el dinero se gana injustamente. Pero el problema
real de la frase no está en cómo se gana, sino en qué
se hace con él. Así, pues, el Señor nos invita a todos a ganarnos amigos
que nos acojan en el cielo... ¿Cómo?
La Biblia, en numerosos pasajes, nos habla de lo
importante que es mantenerse pobre, teniendo bienes o no, pero sin donarles el corazón, evitando la avariacia y aprendiendo a
compartir.
El culto a Dios echa fuera el culto al dinero. Nadie
puede servir a dos amos, pues odiaría a uno y amaría al segundo.
"Ganarse amigos", con este dinero injusto, es siempre un reto cotidiano... ya lo decía Javier
Herrera:
"La riqueza de un hombre no se encuentra en la
cantidad de dinero que posea, sino en la calidad de sus conocimientos y de su
educación", medios que, sin duda, le ayudarán a sentirse "siempre
necesitado" y "nunca del todo satisfecho".
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