jueves, 13 de octubre de 2016
MANUAL DEL SACRISTÁN (Octava Parte)
b) La Sacristía de Trabajo
La Sacristía de Trabajo sirve como pequeña bodega y área de preparación de cosas. Puede servir también como habitación para que los acólitos, los ministros y el coro se revistan. Incluso puede tener una "guardería de zapatos" (para evitar el uso de tenis, sandalias, huaraches y tener el calzado aseado).
Requiere de una mesa para colocar las cosas que se preparan. Además, un brasero para encender el carbón, el soporte del incensario y la naveta, la cruz alta y los ciriales con sus bases correspondientes, así como los candeleros y candelabros.
Allí, se pueden guardar las pulidoras, aspiradoras, o los demás materiales de limpieza; los repuestos para las velas, el carbón y el ocote; también la base del Cirio Pascual, las palmas benditas, las imágenes del nacimiento y los adornos propios de otras fiestas litúrgicas, los motivos más delicados para las procesiones, las banderas y estandartes, las astas del varipalio; cortinas, alfombras, floreros, velas, escaleras, gradines, ornatos, etc.
Se debe contar con un acomodo apropiado y el mobiliario debe favorecer el trabajo y el orden.
El sacristán debe barrer, trapear y sacudir diariamente ambas sacristías, y después de usar cualquier cosa, debe acomodarla nuevamente en su lugar correspondiente.
Lo que no se ocupe de cortinas, candeleros, floreros, telas, cuadros, alfombras, etc., deben llevarse a una bodega y conservarse adecuadamente. Nunca es conveniente guardar lo que ya no sirve, pues de lo contrario, se almacenaría basura y se correrían riesgos de albergar animales o provocar estancamientos. Mantener el orden es uno de los retos más constantes del buen sacristán.
Cuando se obtengan vestiduras litúrgicas nuevas, debe avisarse al Sacerdote para que se bendigan. Requieren una bendición especial (a modo de expiación), los ornamentos que sufrieron tales cambios o lesiones que dejaron ya de ser aptos para la liturgia. Si se emplearon en usos indecorosos, o si fueron expuestos a venta pública, debe juzgarse su ideneidad. Los que, aún con pena, dejaron ya de ser útiles, deben quemarse y tirar sus cenizas en la piscina (derrame a tierra), o enterrarlas para que no sean pisadas. No deben usarse para adornar habitaciones ni para usos profanos o deshonrosos...
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