jueves, 17 de marzo de 2016

ENTERRAR A LOS MUERTOS


"¿Dónde está, muerte, tu victoria?"
(1 Co 15, 55)

Patricia quiere mucho a su amiguita Lulú... viven en la misma calle, y tienen la misma edad. Siempre se van juntas a la escuela y, al terminar, se acompañan, para no regresar solitas.

Una mañana, Lulú le dijo a Patricia que no iría a la escuela... su papá había tenido un dolor muy fuerte en el estómago, y su mamá lo había llevado al Centro de Salud. Ella tenía que quedarse en casa, para cualquier cosa que se pudiera ofrecer.

Patricia se fue muy triste a la escuela, pero apenas se acabaron las clases, se dio un tiempecito para visitar a su amiguita... pero no la encontró en su casa.

Al poco tiempo corrió la noticia: El papá de Lulú había muerto, y su familia estaba muy preocupada porque no tenían dinero para pagar el funeral.

Entonces, a Patricia se le ocurrió una idea: Con mucho entusiasmo tomó una bolsita de plástico de la cocina y, a toda prisa, se fue timbrando casa por casa, pidiendo a los vecinos alguna ayuda para apoyar a la familia de su amiguita...

Después de tocar a cuatro casas, y de recibir unas cuantas monedas, Don Poncho, el carnicero, luego de escuchar atentamente a Patricia, le dijo que ya no pidiera más... que él pagaría todos los gastos que hiciera la familia de Lulú.

A aquella niña se le llenaron los ojos de lágrimas, y sentía que su corazón brincaba de puro gusto. Llena de alegría, llamó al celular de la mamá de su amiguita y le comunicó la buena noticia.

La mamá de Lulú estuvo muy agradecida con Don Poncho, pero también con Patricia... gracias a la colaboración de sus vecinos, pudieron enterrar a su esposo y, con su ayuda, el peso de aquella pérdida fue menor...

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