martes, 22 de marzo de 2016

ERA DE NOCHE...




San Juan nos narra un evento trágico y  sumamente doloroso para Jesús: Mientras estaba con sus amigos, compartiendo la mesa, les confió que uno de los allí presentes lo iba a traicionar (Ver Jn 13, 21 - 33).

Todos ellos se miraban confundidos, y unos a otros se preguntaban “¿De quién lo dirá?”

Simón Pedro le hizo señas al discípulo amado, para que preguntara a Jesús sobre aquel asunto de miedo... Él, reclinado sobre el pecho de su Señor, le dijo:

- Señor, ¿Quién es?
- Aquel a quien yo dé este trozo de pan que voy a mojar...

Y el bocado, fue para Judas, el Iscariote... 
- Lo que has de hacer... hazlo pronto... - concluyó Jesús -.

Nadie más sospechaba de su tesorero. Recordemos que Jesús lo había elegido, como a cada uno de los allí presentes. Lo había mirado con amor, y le había confiado también la misión evangelizadora... Todos creían que iría a comprar algo para la cena... o quizás que iría a atender a algún pobre en nombre del grupo...

Pero Judas y Jesús sí que sabían a dónde iría aquel apóstol... y cómo atragantado con aquel pan ázimo mojado en haroset (una dulce salsa, mezcla de manzanas con almendras y vino aromático), se retiraría de aquella familia que lo había educado y formado en la virtud, para dirigirse, por méritos propios, a las tinieblas y a la soledad del pecado... a la vil traición...

“Era de noche”, nos dice San Juan... y así andamos también nosotros cuando nos atrevemos a traicionar a Jesús, a desobedecer sus mandatos, a empecinarnos en hacer las cosas a nuestra manera… cuando, en fin, le damos la espalda y echamos en saco roto su Amistad.

“Era de noche” cuando Judas salió del Cenáculo para entregar al Hijo del hombre... 

¿Qué tal andamos de noche? 
Para ti, o para mí, ¿Habrá llegado la tentación de traicionar, la pusilanimidad de la oscuridad, de las tinieblas?

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