“No basta con dar las gracias sin dar lo que las merece,
a fuerza de gratitudes, se vuelve la tierra estéril”
Cumplir 100 años no es muy
fácil, que digamos… ahora, realmente raro es llegar, por ejemplo, a los 100
años de casados. No de balde les llaman “bodas de hueso”.
Pues bien, la Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis llega a sus primeros 100 años, y los cumple como una esposa
joven y fecunda. Su amado Esposo, el Señor Jesús, se ha encargado de
comprenderla, de chiquearla y de hacerla feliz durante este hermoso idilio…
Desde que el Quinto Arzobispo
de Guadalajara, D. Francisco Orozco y Jiménez, promoviera y aprobara la Junta
de Estima y Vigilancia, han pasado tantas cosas… algunas, orgullosamente
buenas… otras, buenas también, aunque difíciles y retadoras…
Un centenario marca la edad promedio
de dos generaciones completas, esto quiere decir que literalmente el mundo ha
dado 100 vueltas enteras en su caminar como una institución que se encarga de
la Evangelización y la Catequesis en nuestra querida Arquidiócesis…
Muchos obispos, sacerdotes,
religiosos, religiosas y fieles laicos, han sembrado una semilla, y como dice
el Evangelio, esta es una tierra fértil y la ha hecho germinar en un 30, 60 y
100 por ciento, según la disposición y compromiso que cada uno de ellos ha
puesto, en nombre de Dios.
100 años es una cifra
realmente grande, pero bella, y de ninguna manera clausura la visión de un
mundo más humano y cristiano, porque tenemos la esperanza cierta de caminar
bajo la tutela y cuidados del Buen Pastor, y conducirnos y conducir a quien Él
mismo nos confíe a los pastos abundantes y a los riachuelos de agua cristalina.
Hoy, festejamos con ella algunos
cuantos afortunados, pero la cifra de piedras vivas que han dado consistencia a
esta firme construcción es incalculable. A todos los que se nombren y a todos
los que sin malicia se omitan, un sincero reconocimiento. A quienes aquí y
ahora siguen siendo sal y luz para este mundo, gratitud y respeto, pero
también un deseo sincero de que sigan fieles y dignos al servicio del Señor que,
ciertamente, se alegra con nosotros, porque nosotros nos alegramos en Él.
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