Estaba allí,
desde hacía bastantes años...
Se casó como la gran mayoría de las muchachas de su pueblo, a muy temprana edad. Su esposo, un hombre gentil y romántico, le dio todo lo que una mujercita podía soñar: Un lugar dónde vivir, una alacena llena de víveres, un hijo que continuaría su apellido... pero un trágico día, sin saber realmente a causa de qué, él murió...
Su vida cambió pronto: Se acabaron los víveres, la casa se sentía más fría y más vacía, y ella tuvo que trabajar muy duro para sacar adelante a su hijo...
Cuando el chamaco cumplió los diecisiete, simplemente huyó... No supo a dónde se fue ni con quién... una tosca foto recordaba la prontitud de su partida y aumentaba la angustia de una mujer que perdió a su hijo en una tarde del mes de abril...
Todos los días salía a su puerta y miraba a los lados, esperando en vano que apareciera su hijo... De vez en cuando, preparaba la comida que a él tanto le gustaba, por si llegara hambriento y entre pláticas disfrutara de aquel platillo hecho con todo su amor... Algunas otras, masticaba pensamientos trágicos: ¿Le habrá ocurrido algo? ¿Estará enfermo?... Otras, finalmente, se agobiaba al comprender que su hijo simplemente no querría volver… El solo hecho de tener esta osadía le dolía muchísimo, así que se despabilaba rápidamente; pero la idea volvía una y otra vez, como una mosca pertinaz…
Y así fueron pasando los años... y el retoño jamás llegó...
La anciana se quedó allí, deshecha por las dudas, quemada por el Sol, y abrumada por la idea de su hijo y su ingratitud...
* * * * * * *
* *
Una madre espera, simplemente porque es madre... y sólo Dios sabe por qué las madres son así: Perdonan todo, olvidan todo, soportan todo, toleran todo...
Sin embargo, no siempre encuentran en sus hijos una corresponsable actitud: Muchos, ingratos, se olvidan pronto de lo que sus padres hicieron por ellos, y huyen de sus progenitores sin decirles siquiera cuánto aprecian la vida que les dieron y el futuro que les indicaron con su ejemplo y con toda su existencia donada...
Es de buenos seres humanos el ser agradecidos... ¡No se puede esperar menos de un cristiano!
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