"Si el grano de trigo no muere,
queda sin fruto..."
(Jn 12, 24)
A los 24 años de edad, el 23 de septiembre de 1950, fue ordenado sacerdote por la diócesis de Morelia. Apenas 20 años después, el 14 de junio de 1970, fue ordenado Obispo por el Beato Papa Paulo VI, y destinado a la diócesis de Tijuana.
Doce años más tarde, en 1982, fue designado Obispo de la diócesis de Cuernavaca, Morelos; y desde 1987 hasta la fecha de su fatídica muerte, fue el Arzobispo de Guadalajara.
El 28 de junio de 1991, el Papa San Juan Pablo II lo nombró Cardenal Presbítero de la Iglesia Católica.
Fue vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), y también vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM).
El 24 de mayo de 1993, contando apenas con 66 años de edad, fue masacrado cobardemente en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, Jalisco, mientras esperaba el arribo del Nuncio Apostólico, Mons. Girolamo Prigione, para que celebrasen juntos la primera fiesta litúrgica en honor de los Santos Mártires Mexicanos D. Cristóbal Magallanes y Compañeros...
Como tantas otras muestras de impunidad e injusticia mexicanas, a 23 años de su asesinato, el caso sigue sin resolverse oficialmente. Aunque existen pruebas feacientes y documentos que avalan hipótesis contundentes, nuestras autoridades se han esforzado por acallar voces y desestimar los esfuerzos por esclarecer su deceso...
23 años... y contando... ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Hasta cuándo?
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