“Yo te digo: Tú
eres Pedro,
y sobre esta piedra
edificaré mi
Iglesia…”
(Ver Mt 16, 18)
Las palabras con las que hemos iniciado este post revelan
la voluntad explícita de Jesús de, en su apóstol Pedro, fundar su Iglesia…
Es frecuente escuchar entre algunos cristianos: “Voy a la Iglesia”, o también: “Venimos de la Iglesia”, y es que este término se
utiliza frecuentemente para designar el edificio que alberga a los creyentes…
Sin embargo, no queremos referirnos aquí a un edificio
material, a un “templo”, sino a la comunidad dinámica que, reunida, expresa y
vive la fe que profesa.
¿Qué es la
Iglesia?
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica define
“iglesia” como “el pueblo que Dios convoca y reúne desde todos los confines de
la tierra, para constituir la asamblea de todos aquellos que, por la fe y el
Bautismo, han sido hechos hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del
Espíritu Santo” (CCEC 147).
Expliquemos, brevemente, cada una de estas afirmaciones:
1. El pueblo que
Dios convoca y reúne desde todos los confines de la tierra
Esta expresión es fuerte y, también, muy amplia: El
protagonista, el de la iniciativa, el que reúne, el que convoca a los miembros
de la Iglesia es el mismo Dios. Si la obra de la creación se dio por obra suya,
la obra de la redención también.
Esta “convocación y reunión” se da “desde todos los
confines de la tierra”, es decir: Dios llama a todos los hombres, de todos los
tiempos, de todos los lugares, de todas las razas, de todos los niveles, para formar
su Iglesia.
El Señor no distingue condiciones, ni culturas, ni clases
sociales. Su deseo es que “todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad” (Ver 1 Tim 2, 4).
2. Para constituir
la asamblea de todos aquellos que, por la fe y el Bautismo, han sido hechos
hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo
Dios llama a todos los hombres, pero no todos responden
afirmativamente a su llamado.
Es cierto, el Señor convoca a todo el mundo, para reunir
a sus miembros como a un rebaño bajo la tutela y cuidados de un solo pastor
(Ver Jn 10), pero no todos están dispuestos a obedecer su voz… Aparentemente
hay otras “voces” que las atraen, las seducen, y las hacen caminar por “sendas
de tinieblas” (Ver Sal 23).
Sin embargo, para quienes responden, para quienes aceptan
su llamado, forman en Él una “asamblea”,
una “reunión”, y unidos por la fe y el Bautismo, son parte ya de la
Santísima Trinidad: Hijos del Padre, miembros del Hijo, y templos del Espíritu
Santo.
En la Sagrada Escritura encontramos algunas imágenes que
ponen de relieve aspectos complementarios del “misterio” que es la Iglesia.
El Antiguo
Testamento prefiere imágenes ligadas al Pueblo de Dios; el Nuevo Testamento aquellas vinculadas a
Cristo como Cabeza de este pueblo, que es su Cuerpo, y las imágenes sacadas de
la vida pastoril: “redil”, “grey”, “ovejas”; o de la vida agrícola: “campo”,
“olivo”, “viña”; o de la construcción: “morada”, “piedra”, “templo”; o de la
vida familiar: “esposa”, “madre”, “familia”...
Origen y Misión de
la Iglesia
La Iglesia tiene su origen (su principio) y realización
(su meta) en el designio eterno de Dios. Fue preparada en la Antigua Alianza
(Antiguo Testamento) con la elección de Israel, signo de la reunión futura de
todas las naciones. Fundada por las palabras y las acciones de Jesucristo
(Nuevo Testamento), fue realizada, sobre todo, mediante su muerte redentora y
su Resurrección.
Más tarde, se manifestó como misterio de salvación mediante la efusión del Espíritu Santo en
Pentecostés… Al final de los tiempos, alcanzará su consumación final como
asamblea celestial de todos los redimidos.
La misión de la Iglesia es la de anunciar e instaurar
entre todos los pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo. Así, pues,
la Iglesia es el “germen” y el “inicio” sobre la tierra de este Reino de
salvación… ¡Hagámoslo vida!
Cuatro características tiene esta Iglesia:
- Ser Una.
- Ser Santa.
- Ser Católica.
- Ser Apostólica.
De ellas, hablaremos después...
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