“No robarás…”
(Ver Ex 20, 15)
Respeto a la
persona, respeto a sus bienes
En los dos mandamientos anteriores: No matarás (quinto
mandamiento), y No cometerás actos impuros (sexto mandamiento), comprendimos
que es necesario respetar la vida de los demás y la nuestra propia, en este
séptimo mandamiento comprenderemos que es también necesario respetar los bienes
o las cosas de los demás.
“No robar” es un mandamiento explícito, aparece tres
veces en la Biblia (Ex 20, 15; Dt 5, 19; Mt 19, 18), y aunque la norma ostenta
solo dos palabras su contenido es muy amplio y rico.
¿Qué prohíbe este
mandamiento?
Este mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del
prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al otro en sus bienes.
Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de
los frutos del trabajo de las personas.
Con miras al bien común exige el respeto del destino
universal de los bienes y del derecho de la propiedad privada (“lo que no es
mío es de alguien más” / “lo que a mí me sobra, sin duda que alguien más lo
necesita”).
Dios destinó los bienes de la creación a todo el género
humano. Sin embargo, la tierra está “repartida” entre los hombres para dar
seguridad a su vida (desde las necesidades más apremiantes hasta los lujos
desmedidos).
La adquisición de bienes es legítima si garantiza la
libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a entender que
sus necesidades fundamentales y las necesidades de los demás deben ser
cubiertas.
Lo ideal es que se viva una auténtica “solidaridad” y
“empatía” naturales entre las personas…
Bienes de
producción y bienes de uso y consumo
Los bienes de producción (materiales o inmateriales)
tales como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de
sus poseedores para que su fecundidad aproveche al mayor número de personas
posibles.
Los bienes de uso y consumo deben ser usados con
templanza, es decir, disfrutando de ellos con moderación, reservando si es
posible algún porcentaje para los pobres, enfermos o desvalidos, siendo
generosos, como Dios lo ha sido con cada uno de nosotros, dándonos lo que
necesitamos para vivir cada día (Ver Lc 11, 3).
Robo – Hurto
Ante esta exigencia de solidaridad, el séptimo
mandamiento prohíbe el robo, y el hurto, es decir, la usurpación del bien ajeno
contra la voluntad razonable de su legítimo dueño, usando la violencia o la
intimidación (cuando se “roba”), o sin que el propietario se dé cuenta (cuando
se “hurta”).
Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno
es contraria al séptimo mandamiento. Así mismo, retener deliberadamente los
bienes prestados u objetos perdidos, pagar salarios injustos (Ver Dt 24, 14 –
15; St 5, 4), y elevar los precios de las mercancías, aprovechándose de las
necesidades ajenas (Ver Am 8, 4 – 6).
¿Cómo puede
perdonarse este pecado?
Para obtener auténticamente el perdón tras haber cometido
esta falta es necesario restituir o devolver los bienes o sus equivalentes a
sus legítimos dueños o similares.
Es cierto que cada caso es cada caso, pero siempre los
casos especiales merecen especial atención.
Analizando “en
positivo” este mandamiento
Este mandamiento exige el respeto de la integridad de la
creación. Este mandamiento nos invita a que seamos muy conscientes de valorar
lo que Dios nos ha dado y de lo que el esfuerzo de nuestros antepasados nos ha
alcanzado.
Respetarnos y respetar el bien de los demás es la base
para la sana convivencia.
Por este motivo, es importantísimo no robar nada al otro
ni quitarle nada que le pertenezca: ni sus bienes ni su honra ni su buena fama
ni su forma de ser o de vivir…
Lo que Dios ha puesto en el mundo es para todos, si se
consiguen honestamente y si no perjudican a nadie, es legítimo conservarlas y
compartirlas…
Lo dice San Lucas
En el capítulo 15 del Evangelio de San Lucas tenemos un
ejemplo especial de un hombre ladrón, cuyo arrepentimiento trajo como
consecuencia el cambio de su vida: Zaqueo.
“Señor, la mitad de mis bienes la doy a los pobres, y si
he engañado a alguien le restituiré cuatro veces más” (Ver Lc 15, 8).
Ojalá todos aprendamos de su testimonio.