jueves, 30 de junio de 2016

SÉPTIMO MANDAMIENTO




“No robarás…”
(Ver Ex 20, 15)

Respeto a la persona, respeto a sus bienes

En los dos mandamientos anteriores: No matarás (quinto mandamiento), y No cometerás actos impuros (sexto mandamiento), comprendimos que es necesario respetar la vida de los demás y la nuestra propia, en este séptimo mandamiento comprenderemos que es también necesario respetar los bienes o las cosas de los demás.

“No robar” es un mandamiento explícito, aparece tres veces en la Biblia (Ex 20, 15; Dt 5, 19; Mt 19, 18), y aunque la norma ostenta solo dos palabras su contenido es muy amplio y rico.

¿Qué prohíbe este mandamiento?

Este mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al otro en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de las personas.

Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de la propiedad privada (“lo que no es mío es de alguien más” / “lo que a mí me sobra, sin duda que alguien más lo necesita”).

Dios destinó los bienes de la creación a todo el género humano. Sin embargo, la tierra está “repartida” entre los hombres para dar seguridad a su vida (desde las necesidades más apremiantes hasta los lujos desmedidos).

La adquisición de bienes es legítima si garantiza la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a entender que sus necesidades fundamentales y las necesidades de los demás deben ser cubiertas.

Lo ideal es que se viva una auténtica “solidaridad” y “empatía” naturales entre las personas…

Bienes de producción y bienes de uso y consumo

Los bienes de producción (materiales o inmateriales) tales como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de sus poseedores para que su fecundidad aproveche al mayor número de personas posibles.

Los bienes de uso y consumo deben ser usados con templanza, es decir, disfrutando de ellos con moderación, reservando si es posible algún porcentaje para los pobres, enfermos o desvalidos, siendo generosos, como Dios lo ha sido con cada uno de nosotros, dándonos lo que necesitamos para vivir cada día (Ver Lc 11, 3).

Robo – Hurto

Ante esta exigencia de solidaridad, el séptimo mandamiento prohíbe el robo, y el hurto, es decir, la usurpación del bien ajeno contra la voluntad razonable de su legítimo dueño, usando la violencia o la intimidación (cuando se “roba”), o sin que el propietario se dé cuenta (cuando se “hurta”).

Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno es contraria al séptimo mandamiento. Así mismo, retener deliberadamente los bienes prestados u objetos perdidos, pagar salarios injustos (Ver Dt 24, 14 – 15; St 5, 4), y elevar los precios de las mercancías, aprovechándose de las necesidades ajenas (Ver Am 8, 4 – 6).

¿Cómo puede perdonarse este pecado?

Para obtener auténticamente el perdón tras haber cometido esta falta es necesario restituir o devolver los bienes o sus equivalentes a sus legítimos dueños o similares.

Es cierto que cada caso es cada caso, pero siempre los casos especiales merecen especial atención.

Analizando “en positivo” este mandamiento

Este mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Este mandamiento nos invita a que seamos muy conscientes de valorar lo que Dios nos ha dado y de lo que el esfuerzo de nuestros antepasados nos ha alcanzado.

Respetarnos y respetar el bien de los demás es la base para la sana convivencia.

Por este motivo, es importantísimo no robar nada al otro ni quitarle nada que le pertenezca: ni sus bienes ni su honra ni su buena fama ni su forma de ser o de vivir…

Lo que Dios ha puesto en el mundo es para todos, si se consiguen honestamente y si no perjudican a nadie, es legítimo conservarlas y compartirlas…

Lo dice San Lucas

En el capítulo 15 del Evangelio de San Lucas tenemos un ejemplo especial de un hombre ladrón, cuyo arrepentimiento trajo como consecuencia el cambio de su vida: Zaqueo.

“Señor, la mitad de mis bienes la doy a los pobres, y si he engañado a alguien le restituiré cuatro veces más” (Ver Lc 15, 8).

Ojalá todos aprendamos de su testimonio.

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