“Después Jesús dijo al discípulo:
Ahí tienes a tu Madre…”
(Ver Jn 20, 27)
María
Los Evangelios nos presentan a María como “la Madre de
Jesús”. Una mujer sencilla, de la región Norte de Israel, llamada Nazaret.
Desposada con un varón justo, llamado José. Atenta a la voz del Señor y
solícita madre de familia: preocupada por cumplir la ley y también por
transmitírsela a su Hijo, actuando y… sin hacer ruido… ¡Fue la Virgen del
silencio!
María no sólo es grande por haber dado a luz al Salvador…
El Evangelio de San Lucas dice que, en una ocasión, alguien le gritó a Jesús: “Dichosa
la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron”, a lo que el
Señor contestó: “Dichosos más aún los que escuchan la Palabra de Dios y la
ponen en práctica” (Ver Lc 11, 27 – 28).
Así pues, María es dichosa primero por cumplir lo que
Dios le anunció (Ver Lc 1 – 2), y también lo es por ser la Madre de Nuestro
Señor Jesucristo: En medio de dificultades, privaciones, ignorancia,
injusticias y satisfacciones, fue haciendo vida el Plan Divino, guardando todo
en su corazón (Ver Lc 2, 19).
Acompañó a su Hijo hasta su muerte y, después, unida a
los discípulos, aguardó la venida del Espíritu Santo, inaugurando así la etapa
de la Iglesia y comprometiéndose también con la Evangelización…
Grande es, pues, la Santísima Virgen María, y nosotros la
recordamos con mucho cariño a lo largo del año litúrgico, reservando algunas
celebraciones en su honor.
Las Fiestas
Litúrgicas
Hay que entender, primero, que el Año Litúrgico celebra
principalmente el Misterio de Jesús, nuestro Señor, y que todas las demás
fiestas (las marianas y las de los Santos), solo unidas a Él acompañan la
celebración de nuestra fe.
Tres son los grados de importancia en nuestras celebraciones:
a) Solemnidades.- Son
las más importantes, comienzan a celebrarse desde la Víspera (la tarde anterior
a la celebración).
b) Las Fiestas.-
Son importantes, también, pero sólo se festejan el día en cuestión.
c) Las Memorias.-
Sin dejar de ser importantes, pueden omitirse o cambiarse, de acuerdo al lugar
o a la conveniencia litúrgica pastoral.
Solemnidades
Como se ha adelantado, son las celebraciones más
importantes, y comienzan a festejarse desde la víspera. 4 de éstas son dogmas, es decir, verdades de fe, convenientes y necesarias
para la mejor “inteligencia” de nuestra religiosidad:
1. La Inmaculada Concepción (8 de diciembre).
2. Santa María, Madre de Dios (1 de enero).
3. La Anunciación del Señor o la Encarnación (25 de marzo).
4. La Asunción de María (15 de agosto).
En México, por ejemplo, también es Solemnidad: Nuestra
Señora de Guadalupe (12 de diciembre), por su importancia en la evangelización
de nuestro pueblo y su Patrocinio.
Fiestas
Importantes celebraciones, se festejan sólo el día en
cuestión:
1. La Presentación de Jesús o la Candelaria (2 de febrero).
2. La Visitación de la Virgen María (31 de mayo).
3. La Natividad de la Virgen María (8 de septiembre).
Memorias
Pueden cambiarse, a elección del Celebrante. Las más
importantes (no las únicas), son:
1. La Presentación de la Virgen (21 de noviembre).
2. Nuestra Señora de Lourdes (11 de febrero).
3. Inmaculado Corazón de María (Sábado posterior al Corazón
de Jesús).
4. Nuestra Señora del Carmen (16 de julio).
5. Dedicación de la Basílica de Santa María (5 de agosto).
6. Santa María, Reina (22 de agosto).
7. Nuestra Señora de los Dolores (15 de septiembre).
8. Nuestra Señora del Rosario (7 de octubre).
A María encomendamos nuestra vida. Ella, que supo ser la
discípula siempre fiel, nos alcance la gracia de ser discípulos y misioneros
comprometidos…
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