“Ninguno de nosotros vive para sí mismo,
ni tampoco muere para sí mismo…”
(Ver Rom 14, 7)
Llamados a ser santos
Ya sabemos que por el Bautismo y por la acción directa
del Espíritu Santo pertenecemos a la Iglesia, además, que la Iglesia es Santa porque
Santo es fundador, Jesucristo. Pues bien, en esta, nuestra Iglesia, todos
estamos llamados a ser santos, pues Dios nos ha elegido para la santidad.
Una persona santa es alguien que, como Cristo, trata de
descubrir y hacer su voluntad, obra con justicia, verdad, perdón y sirve a
todos sin hacer distinciones…
Lograr la santidad es alcanzar el pleno conocimiento de
lo que Dios quiere, y llevar una vida digna del Señor, completamente de su
agrado; así y sólo así produciremos frutos en toda clase de obras buenas y
creceremos en el conocimiento verdadero de nuestro Dios (Ver Col 1, 9 – 10).
¿Qué es la comunión de los santos?
“La comunión de los santos es, precisamente, la Iglesia”
(Ver CEC 946), porque reúne a todos sus miembros con Cristo, que es su Cabeza, y
da los medios para descubrir el camino de santidad, traducido en el Evangelio,
el servicio a los hermanos (sobre todo a los más pobres), la participación en
los sacramentos (especialmente en la Eucaristía), y vivir así, unidos todos,
como un solo Cuerpo de Cristo (Ver CEC 946 – 948).
Ahora bien, para definirla mejor, es importante saber que existen tres estados en la Iglesia:
1. La Iglesia Peregrina (llamada también "Militante").
2. La Iglesia Purgante.
3. La Iglesia Triunfante.
Veamos.
La Iglesia Militante
Somos nosotros, los que aún peregrinamos en este mundo, viviendo fieles a Cristo y a su Iglesia hasta
el día de nuestra muerte. Mientras llegamos a esta "Pascua", estamos “en milicia”, “en guerra”,
“conquistando la vida eterna”.
La Iglesia Purgante
Se refiere a los difuntos que aún no han llegado al
Cielo, pues necesitan cierta purificación. Al Cielo, recordemos, no puede
entrar nada manchado por la culpa del pecado. Nuestra oración por ellos puede
no solo serles de utilidad, sino hacer eficaz la intercesión por nosotros
mismos. “El que por otros pide, por sí aboga”, reza uno de nuestros dichos.
Por otro lado, sepamos que aunque la palabra "Purgatorio" no aparece en la Sagrada Escritura, es un término que tiene referencia a una realidad, a un estado de vida, insinuado en la Biblia, enseñado por la Tradición, y definido por el Magisterio de la Iglesia (Ver 2 Mac 12, 43-46; Hb 11, 35; 1 Co 3, 12-13; Lc 16, 19-31; DS 1304; 1820; 1580; CEC 1030).
La Iglesia Triunfante
Es la Iglesia que ya está glorificada, en el Cielo.
Aquellos que han alcanzado la vida bienaventurada y gozan del descanso eterno.
Así, pues, llamamos “comunión de los santos” a la “común
- unión” que se establece entre los diferentes miembros de la Iglesia:
- La Iglesia militante pide “por” la purgante, y pide “a”
la triunfante.
- La Iglesia purgante pide “a” la militante, y “a” la
triunfante.
- La Iglesia triunfante pide “por” la militante, y “por” la
purgante.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma:
“Como todos los creyentes formamos un solo cuerpo, es
decir, los del cielo y los de la tierra, el bien de los unos se comunica a los
otros… es, pues, necesario, creer que existe una comunión de bienes en la
Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la Cabeza… Así,
el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicación se
hace por medio de los sacramentos de la Iglesia...
La comunión de los santos es una unión también con la
Virgen María y todos los santos. María, la buena Madre de Jesús, y los santos,
son hijos que se destacan en el Pueblo de Dios, porque supieron vivir lo que
Jesús enseñó y son caros compañeros de nuestro caminar, pues nos muestran el
camino a seguir hasta Cristo…” (Ver CEC 956 – 957).
¡Vivamos, pues, la Comunión!
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