viernes, 17 de junio de 2016

¡ BUEN PROVECHO !




Efectivamente, comer es una necesidad elemental, pero los humanos podemos hacer con la comida auténticas maravillas... el simple acto de preparar el alimento o disfrutarlo ya hecho, puede abarcar desde el desarrollo de un arte, de una recreación, de una terapia, de un show, o hasta de un sacramento...

Querido lector, estarás de acuerdo conmigo: No es lo mismo llenar la barriga, que compartir el alimento... 

Comer crea vínculos, es por eso que uno se sienta a la mesa con aquellas personas que se aprecian o con las que se tiene pendiente un negocio, o se quiere entablar o solidificar una relación...

Cuando se come con un amigo o amiga, cuando se comparte el pan con la pareja, cuando se cierra un trato con un socio, o cuando nos reunimos en torno a la mesa eucarística, preparamos todos y cada uno de los elementos: manteles y cubiertos limpios, adorno de la mesa, comida especial, bebidas selectas, etc., y nos sentimos a gusto, en confianza, entre iguales... el tiempo se aprovecha y se disfruta... en el ambiente se percibe cierta magia peculiar, y todo aparece como de ensueño, como algo extraordinario...

En cambio, no solemos compartir el alimento con las personas que no nos gusta tratar. Si se está reunido con alguien en torno a la mesa, y el ambiente se pone tenso, si se despierta alguna discusión acalorada o simplemente ya no se disfruta de la charla, uno se levanta inmediatamente y lo que podría tratarse de un evento especial termina por convertirse en una ocasión desagradable...

Los humanos somos así, solemos abrir o cerrar nuestras celebraciones con una comida: Aniversarios, Cumpleaños, Graduaciones, Eventos Sociales o Religiosos, etc., y estos festejos dejan de ser simples comidas y se tornan banquetes...

¿Recuerdas tú qué comiste hace cuatro días? Probablemente no, y es que hace cuatro días quizás no celebrabas algo importante... por otro lado, es probable que recuerdes qué cenaste el día de tu boda o lo que comieron el día en que saliste de la preparatoria, o el desayuno del día en que tu hijo hizo su primera comunión... y es que se trataba de ocasiones especiales... y esos eventos permanecen en la memoria... esas comidas simplemente no se olvidan...

En bastantes ocasiones sólo has comido... porque lo necesitabas, porque sin el alimento es imposible vivir... y quizás importó poco que se tratara de comida chatarra o más de lo mismo, pues no merecía algo más elaborado... pero hoy tienes una buena oportunidad para dignificar este acto: ¡Te invito a que disfrutes más de tu vida, y compartas tu alimento con las personas que te son más queridas!  

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