“Abriré
mi boca,
y
les hablaré en parábolas…
Publicaré
lo que estaba oculto
desde
la Creación del mundo…”
(Ver Sal 78, 2)
Jesús nunca nos dijo “qué es el Reino”… pero sí nos dijo
“cómo es el Reino”: Para ello, nos contó parábolas, pequeñas comparaciones,
extraídas de la vida cotidiana, para “publicar lo que hasta entonces estaba
oculto”…
¿Qué son las
parábolas?
Parábola proviene de una palabra griega “parabolé”, que
significa “comparación”. Una parábola es un relato corto, en forma de historieta
sencilla, puede ser real o imaginaria pero no fantasiosa (no a modo de
“fábula”, con seres inanimados), mediante la cual Jesús establece una
comparación. Podría resumirse así: “Lo mismo que sucede en tal caso, así sucede
en tal otro”.
Esta comparación pretende mostrarnos una enseñanza de
tipo “espiritual”. No tenemos que olvidar que Jesús fue un predicador
itinerante (andaba de un lugar a otro), y las parábolas son explicaciones y
anuncios de su mensaje de salvación.
Lo que no es una
parábola
La “parábola” es diferente de la “metáfora”: Esta
consiste en proferir una palabra y usarla con un significado o en un contexto
diferente al que siempre ostenta.
Por ejemplo: Si el amado le dice a su amada “eres la luz
de mi vida”. Por supuesto que no le quiere decir que sea una especie de
“lámpara”, pero sí podría considerarla en sentido figurado “un sol para sus
pasos”.
Respecto a la “alegoría” se diferencia en que en ésta
todos los detalles y figuras tienen significado, aunque en algunos casos sea
forzado, mientras que en la parábola, todos los detalles tienen la finalidad de
subrayar y enfatizar el mensaje único que el relato quiere enseñar. Cabe
señalar que algunas parábolas sí tienen elementos alegóricos.
Por ejemplo: Si vemos a un esqueleto llevando entre sus
manos una guadaña, inmediatamente la relacionamos con “la muerte”.
Por último, como ya algo habíamos adelantado, la parábola
se diferencia de las fábulas porque en ella intervienen personajes humanos.
Nota: En las fábulas suelen animarse o
“antropomorfizarse” (darles “figura humana”) a seres irreales, animales o
inanimados.
Características de
las parábolas
* Tienen forma de narración, una especie de cuento de
tamaño variable.
* Son relatos de la vida diaria. No son asuntos complejos
ni rebuscados. Los elementos que las constituyen están tomados de experiencias
cotidianas de Jesús y sus oyentes: semillas, ovejas, deudores, prestamistas...
Por eso se dice que son relatos “de la vida real”, no fantasiosos. En muchos
casos la trama y sus elementos están tomados de la vida y muchos oyentes de
Jesús habrán tenido la misma experiencia.
* No se excluye la posibilidad de que aparezcan otros
recursos literarios como la “hipérbole” o circunstancias extrañas,
exageraciones de difícil justificación (como la parábola de los “servidores
homicidas”, donde el padre envía a muchos servidores y finalmente a su hijo) a
no ser que aceptemos que la finalidad de las parábolas sea suscitar la
reflexión.
* El interés de la parábola no permanece en el mero
relato, pues es un relato simbólico. Hay un conjunto de símbolos y en ellas se
percibe un mundo simbolizado. El conjunto de símbolos de la parábola está
puesto al servicio de la enseñanza que Jesús quiere transmitir.
* Es este carácter simbólico lo que hace que la parábola
ayude a comprender y asimilar el principio de trascendencia que envuelve toda
la temática religiosa y cristiana. Porque es a través de lo simbólico como
nosotros podemos descubrir la intervención de Dios en la historia. El mejor
lenguaje para hablar de Dios es este: el simbólico.
* Las parábolas no son un método original y exclusivo de
Jesús. Era una técnica utilizada por otros rabinos (maestros de la época), pero
en las de Jesús hay detalles que causan sorpresa y plantean ciertos retos.
* En general, las parábolas evocan experiencias
desconcertantes y en casi todas late una “paradoja” (“contradicción”) que rompe
los esquemas usuales de la vida: hay comerciantes que lo venden todo para
comprar sólo una perla fina (¿de qué vivirán después?, podríamos preguntarnos);
hay un padre que recibe y devuelve sus bienes al hijo pródigo que había
dilapidado todo (esto no suele pasar en la vida real); o un sembrador que
malgasta la semilla en el camino y en las zarzas...
* Las parábolas fueron instrumentos que Jesús usó para
exponer su mensaje a la gente sencilla. Pero en ocasiones también las usó como
arma dialéctica (de “conversación”) contra los líderes religiosos y sociales de
su época (contra los escribas, fariseos y sacerdotes).
* Jesús utilizó las parábolas porque buscaba la claridad…
Él habla en parábolas porque quiere que la gente sencilla lo entienda. No son
enigmáticas, incomprensibles… a la gente le fascinaban precisamente porque las parábolas
las podían entender.
Finalidad de las
parábolas
Jesús no contaba parábolas para “divertir al auditorio”,
sino para exponer su mensaje, explicitarlo y aclararlo, y muy especialmente,
para interpelarles (para llamar su atención).
- Uno de los propósitos fundamentales de las parábolas de
Jesús es exponer los principios fundamentales de su enseñanza. El centro del
mensaje de Jesús es el Reino de Dios y las parábolas pretenden develarnos un
aspecto fundamental de este Reino. Para el judío de aquellos tiempos el Reino
de Dios era la personificación de la esperanza de la salvación; la llegada del
Reino de Dios se aguardaba como “liberación”, como “realización de la paz y la
justicia”. Jesús imprime a esta esperanza escatológica (de los “últimos
tiempos”) una dirección nueva: el Reino de Dios se cumple aquí y ahora. No sólo
comienza a cumplirse el Reino, comienza también el escándalo.
- El mensaje del Reino no sólo se “conoce”, hace falta “construirlo”,
“ponerlo en acción”. Por eso Jesús buscaba una reacción en sus oyentes. Esto lo
logra con unos finales imprevistos y desconcertantes. Sus finales rozan más
bien en lo absurdo. Por ejemplo, dejar crecer el trigo junto a la cizaña,
causando con todo sorpresas en sus oyentes. No se puede entender que alguien
escuchara una parábola a Jesús y permaneciera impasible ya que cuestionaban el
orden social, moral y religioso de su tiempo. El mensaje del Reino de Dios como
nueva sociedad justa, fraterna y solidaria implica radicalidad en las
decisiones. Por eso, las parábolas incitan a comprometerse a favor de Jesús y de
su mensaje o… rechazarlo.
- Una de las principales características de las parábolas
es que son “desconcertantes”. Incluso pueden plantear situaciones absurdas. Si
Jesús las dice así es porque quiere resaltar especialmente algún aspecto del
Reino, alguna característica de Dios; o también, cómo debe ser el
comportamiento de los hombres.
En los Evangelios descubrimos las siguientes parábolas y
relatos parabólicos de Jesús:
En San Mateo:
- Los Niños que
juega (Mt 11, 16 – ss)
- El Sembrador (Mt 13, 3 – 8)
- Trigo y Cizaña (Mt 13, 24 - 30. 36 – 43)
- Grano de mostaza (Mt 13, 31 – ss)
- La Levadura (Mt 13, 33)
- El Tesoro escondido (Mt 13, 44)
- La Perla de gran valor (Mt 13, 44)
- La Red (Mt 13, 47)
- La Oveja perdida (Mt 18, 12 – ss)
- El Servidor despiadado (Mt 18, 23 – ss)
- Los Trabajadores en la viña (Mt 20, 1 – 6)
- Los dos hijos (Mt 21, 28 – ss)
- Viñadores homicidas (Mt 21, 33 – ss)
- La Gran Cena (Mt 22, 1 – 14)
- El Banquete Nupcial (Mt 22, 1 – 14)
- Las Diez Vírgenes (Mt 25, 1 – 13)
- Los Talentos (Mt 25, 14 – ss)
En San Marcos
- El Sembrador (Mt 13, 3 – 8)
- Trigo y Cizaña (Mt 13, 24 - 30. 36 – 43)
- Grano de mostaza (Mt 13, 31 – ss)
- La Levadura (Mt 13, 33)
- El Tesoro escondido (Mt 13, 44)
- La Perla de gran valor (Mt 13, 44)
- La Red (Mt 13, 47)
- La Oveja perdida (Mt 18, 12 – ss)
- El Servidor despiadado (Mt 18, 23 – ss)
- Los Trabajadores en la viña (Mt 20, 1 – 6)
- Los dos hijos (Mt 21, 28 – ss)
- Viñadores homicidas (Mt 21, 33 – ss)
- La Gran Cena (Mt 22, 1 – 14)
- El Banquete Nupcial (Mt 22, 1 – 14)
- Las Diez Vírgenes (Mt 25, 1 – 13)
- Los Talentos (Mt 25, 14 – ss)
En San Marcos
- El
Sembrador (Mc 4, 3 – 8)
- La Semilla que crece por sí sola (Mc 4, 26 – 29)
- La Semilla de Mostaza (Mc 4, 30 – 32)
- Los Viñadores homicidas (Mc 12, 1 – 11)
En San Lucas
- La Semilla que crece por sí sola (Mc 4, 26 – 29)
- La Semilla de Mostaza (Mc 4, 30 – 32)
- Los Viñadores homicidas (Mc 12, 1 – 11)
En San Lucas
- Los niños que
juegan (Lc 7, 31 – 35)
- Los dos deudores (Lc 7, 41 – 43)
- El sembrador (Lc 8, 5 – 8)
- El buen samaritano (Lc 10, 25 – 37)
- Amigo inoportuno (Lc 11, 5 – 8)
- Rico insensato (Lc 12, 16 – 21)
- La higuera estéril (Lc 13, 6 – 9)
- El grano de mostaza (Lc 13, 18 – 19)
- La levadura (Lc 13, 20 – 21)
- La gran cena (Lc 14, 16 – 24)
- La fiesta de matrimonio (Lc 14, 16 – 24)
- El último lugar en los banquetes (Lc 14, 7 – 11)
- La torre y la guerra (Lc 14, 28 – 32)
- La oveja perdida (Lc 15, 44)
- La moneda perdida (Lc 15, 8 – 10)
- El hijo pródigo (Lc 15, 11 – 32)
- El Administrador infiel (Lc 16, 1 – 8)
- Lázaro y el rico epulón (Lc 16, 19 – ss)
- El juez injusto (Lc 18, 1 – 8)
- Fariseo y publicano (Lc 18, 9 – 14)
- El rey y sus trabajadores (Lc 19, 12 – 27)
- Los Viñadores homicidas (Lc 20, 9 – 18)
- Los dos deudores (Lc 7, 41 – 43)
- El sembrador (Lc 8, 5 – 8)
- El buen samaritano (Lc 10, 25 – 37)
- Amigo inoportuno (Lc 11, 5 – 8)
- Rico insensato (Lc 12, 16 – 21)
- La higuera estéril (Lc 13, 6 – 9)
- El grano de mostaza (Lc 13, 18 – 19)
- La levadura (Lc 13, 20 – 21)
- La gran cena (Lc 14, 16 – 24)
- La fiesta de matrimonio (Lc 14, 16 – 24)
- El último lugar en los banquetes (Lc 14, 7 – 11)
- La torre y la guerra (Lc 14, 28 – 32)
- La oveja perdida (Lc 15, 44)
- La moneda perdida (Lc 15, 8 – 10)
- El hijo pródigo (Lc 15, 11 – 32)
- El Administrador infiel (Lc 16, 1 – 8)
- Lázaro y el rico epulón (Lc 16, 19 – ss)
- El juez injusto (Lc 18, 1 – 8)
- Fariseo y publicano (Lc 18, 9 – 14)
- El rey y sus trabajadores (Lc 19, 12 – 27)
- Los Viñadores homicidas (Lc 20, 9 – 18)
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