“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
nombre;
venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo.
Danos hoy el pan que necesitamos;
perdónanos nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación;
y líbranos del mal…”
(Ver Mt 6, 9 - 13)
Uno de sus discípulos le pidió a
Jesús que los enseñara a orar y Él lo hizo, enseñándoles la oración del
Padre nuestro.
Es así como Jesús nos regaló esta hermosísima plegaria, siendo la oración cristiana fundamental, la que todos nos sabemos,
grandes y chicos, la que rezamos en la casa, en el colegio, en la Santa Misa...
A esta oración también se le llama la
“Oración del Señor” porque nos la dejó Cristo y en esta oración pedimos las
cosas en el orden que nos convienen.
Dios sabe qué es lo mejor para
nosotros. Pues bien, a través del Padre nuestro “hablamos” con nuestro Padre
Dios. Se trata de vivir las palabras de esta oración, no solo de repetirlas sin
fijarnos en lo que estamos diciendo.
El Padrenuestro está formado por un
saludo y siete peticiones. Veamos:
Saludo
“PADRE”: Al decirle Padre, nos reconocemos hijos suyos y tenemos el deseo y el compromiso de portarnos como hijos de Dios, tratando de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque es nuestro Padre.
“NUESTRO”: Al decirle Padre “nuestro” reconocemos todas las promesas de amor de Dios hacia nosotros. Él ha querido ser nuestro Padre y Él es bueno, fiel y nos ama muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos.
“QUE ESTÁS EN EL CIELO”: El cielo no es un “lugar” sino una “manera de estar”. Dios está en los corazones que confían y creen en Él. Dios puede habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo que podemos ver y tocar.
Las siete peticiones
Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. En las cuatro últimas pedimos su ayuda, su gracia.
1. “SANTIFICADO SEA TU NOMBRE”: Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado en cada nación, en cada hombre. Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre sea santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que estamos en Él, pero también por los otros a los que todavía no les llega su gracia.
2. “VENGA A NOSOTROS TU REINO”: Al
hablar del Reino de Dios, nos referimos a hacerlo presente en nuestra vida de
todos los días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y así hacer
crecer su Reino; y también nos referimos a que esperamos que Cristo regrese y
sea la venida final del Reino de Dios.
3. “HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO”: La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación… es que lleguemos a estar con Él. Le pedimos que nuestra voluntad se una a la suya para que en nuestra vida tratemos de salvar a los hombres. Que en la tierra el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y que florezcan las virtudes.
4. “DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA”: Al decir “danos” nos estamos dirigiendo a Dios con toda la confianza con la que se dirige un hijo a su padre. Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan material, para satisfacer nuestras necesidades alimenticias, como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales. En el mundo hay hambre de estos dos tipos, por lo que nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos necesitados.
5. “PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN”: Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos. Para poder recibir el amor de Dios necesitamos un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone a los demás. Este perdón debe nacer del fondo del corazón. Para esto necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo y recordar que el amor es más fuerte que el pecado.
6. “NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN”:
El pecado es fruto de consentir la tentación, de decir “sí” a las
invitaciones que nos hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje
tomar el camino que conduce hacia el pecado, hacia el error. El Espíritu Santo
nos ayudará a decir “no” a la tentación. Hay que orar mucho para no caer en
tentación.
7. “Y LÍBRANOS DEL MAL”: O del “malo”. El mal es Satanás, el ángel rebelde. La pedimos a Dios que nos guarde de las astucias del demonio. Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en paz y en gracia para la venida de Cristo.
Finalmente respondemos: AMÉN, que significa “Así sea”; “así lo creo”; “así es”.
Como vemos, al rezar el Padrenuestro, le pedimos a Dios su ayuda, la que seguramente Él nos dará; al mismo tiempo, nos comprometemos a vivir a la altura de ser “hijos de Dios”...
No hay comentarios:
Publicar un comentario