“Y la vida eterna consiste en esto:
en que te conozcan a ti el único Dios verdadero,
y a Jesucristo tu enviado”
(Jn 17, 3)
Etimología
Los términos “Cristo” y “Cristología” comparten un lexema
(una raíz) común: La palabra griega “xristós”, que puede traducirse como “el
ungido”.
En latín, la palabra “ungere” = “ungir”, significa
“elegir a alguien para un puesto o un cargo muy notable”, o también “elegir a
alguien con una misión importante y definida”.
Aplicación del
término
En hebreo, “Cristo” se dice “Mesías”. Pues bien, la
concepción judía del “ungido” o del “entronizado” (de aquel que ha subido a un
trono, o a una posición muy elevada, ostentando el poder político o religioso),
proviene de una antigua creencia que establece que “ungir”, “untar”, u “olear”,
a un objeto con aceite (y cuánto mejor si el aceite es “virgen” o fruto de la
primera prensada de las aceitunas), le otorgaba cualidades extraordinarias,
incluso sobrenaturales.
En la Palestina antigua, la costumbre de ungir (derramar
aceite sobre la cabeza de los “elegidos”), se utilizaba para otorgarle potestad
a un hombre concreto y se le consideraba “capacitado” para ejercer un cargo
importante, como sacerdote, profeta o rey…
Los sacerdotes eran los “mediadores” entre Dios y la
humanidad. A ellos les correspondía el culto y la celebración de los misterios
de la fe judía.
Los reyes administraban la justicia, eran representantes
de Dios y adquirían por medio de su elección una “dignidad sacerdotal”.
Los profetas eran los portavoces de la Palabra Divina, su
acción de “mensajeros” de dichos misterios les ganaba cierto renombre y
privilegios.
Así, sacerdotes, profetas y reyes, eran considerados
“mesías”. Pero en la evolución del concepto “mesiánico”, los judíos esperaban
no a muchos sino a un sólo “Mesías”, es decir, a un hombre que en sí mismo
tuviera la particularidad de ser a la vez sacerdote, profeta y rey. En pocas
palabras, el término “Cristo” se restringió al Redentor y Restaurador de la
nación judía.
Sin embargo, no todos los judíos esperaban al mismo
“Mesías”. Después del destierro en Babilonia se fueron acuñando, entre ciertos
grupos representativos, diversas concepciones mesiánicas:
- Los Saduceos (descendientes de Sadoq), la estirpe
sacerdotal, esperaban a un Mesías con “lujo y pompa”, capaz de celebrar una
“liturgia especial”, un “culto cuidadoso”.
- Los Fariseos (los “piadosos”), esperaban a un Mesías que
cumpliera e hiciera cumplir la ley, observando al pie de la letra lo que la
Torá (la ley) prescribía.
- Los Esenios (especie de monjes o ermitaños), esperaban un
Mesías que trajera un nuevo culto, un “renovador” de las leyes y costumbres
judías.
- Los Zelotas (los “celosos”), esperaban un Mesías que
trajera la libertad a su pueblo por medio de las armas.
- El Resto fiel (los “anawim” o los “pobrecitos de Dios”),
esperaban un Mesías sufriente, un hombre que tomara sobre sí los crímenes de
los demás.
En el Nuevo Testamento, la palabra “Cristo” se utiliza
como nombre común y como nombre propio. En ambas expresiones aparece con o sin
artículo (“El Cristo”).
Cuando se usa como nombre propio se designa a Jesús de
Nazaret, el esperado pero no siempre reconocido Mesías de los judíos.
Cristología
La Cristología es la parte de la Teología cristiana (el
estudio o el tratado de Dios) que dedica su estudio al papel que desempeña
Jesús de Nazaret, desde los puntos de vista tanto humanos como divinos (pues se
le reconoce como verdadero Dios y verdadero hombre), ostentando el título de
“Cristo” o “Mesías”.
Algunos puntos clave de la cristología cristiana, y que
paulatinamente desarrollaremos, son:
- La naturaleza humana de Jesús (Jesús, como hombre).
- La naturaleza divina de Jesús (Jesús, como Dios).
- La interrelación entre estas dos naturalezas, su
interacción y su afectación mutua.
La cristología también abarca otras cuestiones,
concernientes a la naturaleza de Dios, como la Santísima Trinidad, y el
“resultado” que Jesús alcanzó para la humanidad al salvarnos.
En griego “Salvador” se dice “Soter”. Pues bien, la
“Soteriología” (el estudio del Salvador), es también considerada Cristología,
porque Jesús es nuestro Salvador.
Como podría esperarse, hay muchos puntos de vista
cristológicos (tantos como las variantes existentes del cristianismo).
Los diferentes puntos de vista cristológicos han llevado
a que sus miembros se acusen mutuamente de “herejes” o de “apóstatas”, si han
abandonado la fe tradicional.
Incluso, esto ha llevado a que los seguidores de estas
doctrinas, discrepando con sus opositores, lleguen a persecuciones, juicios y
condenas… a veces, la cristología particular de una secta es su característica
distintiva… en estos casos, a la secta se le conoce bajo la concepción
cristológica que maneja (por ejemplo: “monofisismo” = “una sola naturaleza en
Cristo”, “monotelismo” = “una sola voluntad en Cristo”, etc.).
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