“Yo estaré con ustedes,
todos los días, hasta el fin del mundo…”
(Ver Mt 28, 20)
Jesús dijo estas palabras antes de subir al Cielo. Él ya
había cumplido el plan encomendado por su Padre, y ahora le tocaba a la Iglesia
continuar su obra, pero bien acompañada, pues el Señor había prometido enviar a
su Espíritu Santo y con esta cercana presencia de su gracia y de su amor
confirmaba su estancia perpetua entre nosotros.
Aún hoy, después de dos mil años, seguimos experimentando
su gracia cada vez que recibimos algún sacramento…
¿Qué son los
Sacramentos?
Etimológicamente, “sacramento” traduce el término griego
“misterion” (“misterio”), y proviene del latín “sacramentum”, derivación del
verbo “sacrare” que significa “hacer santo (sagrado)”.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una sana
definición de “sacramento”:
“Los sacramentos son signos eficaces de la gracia,
instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es
dispensada la vida divina” (Ver CEC 1131).
Analicemos brevemente esta descripción.
1. Son signos
eficaces de la gracia
Los sacramentos no son “cosas”, sino signos (es decir,
“señales”), que nos identifican y nos ayudan a encontrarnos con Cristo.
Así como en la vida diaria utilizamos todo tipo de
señales, que realmente son importantes por lo que “está detrás de ellas” y no
tanto por lo que aparentan, estos signos son “eficaces” es decir, “logran
transmitir su cometido”, es decir, “cumplen” al transmitirnos la gracia.
2. Instituidos por
Cristo
Es un principio básico: Los sacramentos encuentran su
fundamento en Jesús, nuestro Señor. Algunos de forma directa, otros
indirectamente, pero todos ellos han sido previstos como un proyecto de
salvación y han sido instituidos por Cristo.
Como se trata de “sacramentos”, de “instrumentos que
hacen sagrado” al individuo que los recibe, tienen su origen en quien es el
“Tres veces Santo” (Ver Is 6, 3; Ap 4, 8), es decir, en Dios.
3. Confiados a la
Iglesia
La Iglesia es la “continuadora de la obra de Jesús”. Es
la “dispensadora de todas sus gracias”. Por eso, esta acción santa y santificante ha sido
confiada a la Iglesia por el Señor.
Toda persona se comunica o se manifiesta a través del cuerpo. Pues bien, Jesús es una persona que se comunica por medio de su
“cuerpo” que es la Iglesia. Con toda propiedad podemos asegurar que Cristo se
comunica con los hombres hoy por medio de los sacramentos que ha confiado a su
Iglesia, para que los transmita con toda integridad y fidelidad.
4. Por los cuales nos
es dispensada la vida divina
Cristo instituyó los sacramentos para comunicarnos su
gracia. Así, recibiéndolos, Cristo mismo nos transmite su amor y nos hace
“capaces” de vivir una nueva vida, la vida de Dios en nosotros.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice:
“Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son
celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan
fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas” (Ver CEC
1131).
¿Cuántos son los
sacramentos?
Santo Tomás de Aquino, en su “Summa Theologica” afirma:
“Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por
Cristo y son siete, a saber: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia,
Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio. Los siete sacramentos corresponden
a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano:
Dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los
cristianos. Hay aquí, pues, una cierta semejanza entre las etapas de la vida
natural y las etapas de la vida espiritual” (Ver S.Th. 3, 65, 1).
Siguiendo esta instrucción, podemos dividir a los
sacramentos en:
Sacramentos de
iniciación cristiana
- Bautismo
- Confirmación
- Eucaristía
Sacramentos de
curación
- Penitencia
- Unción de enfermos
Sacramentos al
servicio de la Comunidad
- Orden Sacerdotal
- Matrimonio
De cada uno de ellos hablaremos después…
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