martes, 19 de julio de 2016

LOS EVANGELIOS NOS NARRAN SU VIDA Y OBRA




“Ya que muchos se han propuesto componer un relato de los acontecimientos
que se han cumplido entre nosotros, según nos lo transmitieron quienes desde el principio fueron testigos oculares de la palabra, también yo he creído oportuno,
después de haber investigado cuidadosamente todo lo sucedido
desde el principio, escribirte una exposición ordenada…”
(Ver Lc 1, 1 - 3)

Jesús vive

Los primeros creyentes en Jesús, después de su muerte, concuerdan en un dato permanente e inalterable: ¡El crucificado vive para siempre junto a Dios, como esperanza para nosotros! No todo acabó en el sepulcro.

En la mañana de la resurrección, los ángeles hacen una pregunta a las mujeres: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado" (Ver Lc 24, 5 – 6). Es la pregunta que la Iglesia hoy propone a todos los hombres que buscan la fuente y plenitud de la vida. Jesús de Nazaret, el hombre a quien Dios acreditó en medio de su pueblo con milagros, prodigios y señales; que conforme a su plan salvador lo entregó en manos de los hombres y éstos lo rechazaron crucificándolo y matándolo. A ese Jesús de Nazaret, Dios lo ha resucitado y permanece vivo para siempre (Ver Hch 2, 22 – 36).

Después de la resurrección de Jesús, los primeros discípulos se fueron reuniendo como comunidad, tratando de vivir las enseñanzas del Maestro Jesús. Algunos de estos primeros cristianos narraron la experiencia del Resucitado en los pequeños libros llamados “Evangelios”; unos de ellos serán discípulos directos, otros narrarán lo que la comunidad conservaba e iba transmitiendo de sus dichos y hechos.

Los Evangelios presentan a Jesús vivo
 
En los Evangelios encontramos los episodios más significativos de la vida de Jesús y sus principales enseñanzas. Sin ellos, la memoria del Señor habría quedado reducida a escasas informaciones de los historiadores de su época o a vagos recuerdos literarios. Sin embargo, los Evangelios son algo más que una colección de noticias sobre Jesús, son “experiencias de encuentro con una Persona” que los primeros discípulos transmitieron... ¡Como quien encuentra un tesoro! La Palabra y la Vida de Jesús era una “Buena Noticia”, eso significa la palabra “Evangelio”.

Jesucristo no nos dejó escrito ningún documento en el cual nos explicara el contenido de sus enseñanzas, sino que habló como nadie había hablado: Dirá el Evangelio de Marcos: “La gente estaba admirada de todo lo que decía, porque les enseñaba con autoridad y no como los maestros de la ley” (Mc 1, 22). Él no es uno de los escritores sagrados, sino la Palabra de Dios, el Verbo hecho hombre (Ver Jn 1, 1 – 14). Esta Palabra llegó a los oídos de multitudes que quedaban asombradas y hambrientas de escucharla (Ver Lc 6, 17 – 18).

El impacto que esta palabra produjo en los oyentes, de manera especial en los Apóstoles, no pudo quedarse en el olvido, sobre todo después que el Espíritu Santo irrumpió en su vida. Ellos fueron a anunciarla a todas partes.
 
A este anuncio se le llamó “Evangelio”, por la Buena Noticia que daban: la llegada del Reino de Dios. Este reinado se manifestó en signos, sobre todo a favor de los más necesitados, como son los pobres, los enfermos, los cautivos, los oprimidos y los pecadores (Ver Mt 11, 5; Lc 4, 18; 5, 32; 7, 22; 8, 1 – 2).

En otros textos del Nuevo Testamento, el Evangelio no es únicamente la llegada del Reino de Dios, sino el mismo Jesús: Él es el Evangelio; y comprende la proclamación de sus palabras y sus obras, de su muerte redentora y de su resurrección gloriosa. Esta “Buena Nueva” tiene que ser predicada en el mundo entero (Ver Mt 28, 18 – 20; Mc 16, 15).

Con el tiempo empezaron a ponerse por escrito los dichos y hechos de nuestro Señor. Sin duda fueron varios volúmenes, pero los que tuvieron más importancia y que la Iglesia conservó como “escritos inspirados” fueron cuatro Evangelios: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

Evangelio de Marcos

Fue el primero en escribirse, quizás entre los años 60 y 70 d.C., y es el más corto de los cuatro, apenas tiene 16 capítulos. Los destinatarios del Evangelio son, en su mayoría, no judíos, a quienes Marcos tiene que explicar expresiones y costumbres judías (Ver Mc 5, 41; 7, 3). Probablemente pertenecían a una pequeña comunidad establecida en la ciudad de Roma.

El tema central del Evangelio es la identidad de Jesús: Jesús es el Mesías (Ver Mc 1, 14 – 8, 30), Mesías sufriente e Hijo de Dios (Ver Mc 8, 31 – 16, 8).

Evangelio de Mateo

Mateo responde a la situación que vivía su comunidad (judío – cristianos), mostrando que Jesús es el Mesías, explicando que la Iglesia ha heredado la misión de Israel y ahora es el nuevo pueblo elegido de Dios, donde se hace presente el Reino de los cielos e invitando a los cristianos a vivir las enseñanzas del Señor.

Su Evangelio centra la atención en la presentación de Jesús como Mesías e Hijo de Dios (Mt 1, 14 – 16); en el anuncio del Reino de los Cielos (Mt 4, 17 – 16, 29); y la invitación a los discípulos para el seguimiento del Mesías sufriente (Mt 16, 21 – 18, 20). Quizás hubo varias redacciones del Evangelio de Mateo (hay quienes hablan de un “Mateo Arameo”, escrito probablemente en un dialecto vulgar en tiempos de Jesús, pero del cual no se tiene el menor rastro), la redacción final en griego sería alrededor del año 85 d. C.

Evangelio de Lucas
 
La comunidad a la que se dirige Lucas pertenece a la segunda generación cristiana que vive en el mundo helenista (influenciado por la cultura griega y romana). Es una situación nueva, con nuevos problemas, a los cuales el evangelista trata de responder desde el misterio de la Pascua de Jesús, aclarando cuál es el sentido de la historia, qué papel juega en ella y cómo debe ser la vida diaria de los discípulos. La historia es el espacio donde se realiza el Plan de Dios, que consiste en salvar a los hombres, por eso debe entenderse como una historia de salvación.

Lucas hace primeramente una presentación de Jesús como el Salvador, el Mesías, el Señor, el Hijo de Dios lleno del Espíritu Santo (Lc 1, 5 – 4, 13), luego narra su actividad en Galilea (Lc 4, 14 – 9, 50), el viaje a Jerusalén (Lc 9, 51 – 19, 28), y su actividad en la Ciudad Santa, finalizando con la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús (Lc 22, 1 – 24). Es el Evangelio de la Misericordia. La redacción final se dio por el año 81.

Los primeros tres evangelios se llaman Sinópticos, por coincidir mucho entre sí. Poniéndolos en tres columnas paralelas, es posible dar sobre ellos una fácil “mirada de conjunto”, expresión que en griego se dice “sinopsis”. Estos fueron escritos en fechas diferentes, unos cuarenta años después de la Pascua del Señor, lo que significa que en todos estos años se transmitió el contenido de los evangelios oralmente (de viva voz, no por escrito). Es conveniente subrayar esta forma de transmisión del mensaje divino, para entender la importancia que tiene la Tradición de la Iglesia, que para los católicos es justamente una de las principales fuentes de este mensaje de salvación.

Evangelio de Juan
 
El cuarto Evangelio, el de San Juan, fue escrito entre los años 80 y 100 d. C. Se distingue de los otros tres, narrando prodigios (no "milagros") muy importantes que no se encuentran en los demás, como el del agua convertida en vino en las bodas de Caná (Jn 2, 1 – 12) y la resurrección de Lázaro (Jn 11, 1 – 44). Además narra largos discursos, como el que sigue a la multiplicación de los panes (Jn 6). Así también se nota una Cristología mucho más desarrollada, insistiendo sobre la divinidad de Cristo. Es un Evangelio Espiritual y con alto contenido teológico.

Podría considerarse una “respuesta” a la situación que vive su comunidad: a la polémica sobre la humanidad y la divinidad de Jesús, el evangelista responde profundizando en el misterio de su Encarnación y de su muerte. Ante la tentación de huir del mundo, exhorta a los discípulos para que afiancen su fe y unidos a Jesús salgan al mundo para dar testimonio de la verdad.

La finalidad del cuarto Evangelio está expresada claramente al final del capítulo 20:

“Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más signos de los que han sido narrados en este libro. Éstos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan en Él vida eterna…”

Conclusión

¿Quién dice la gente que soy yo?... Y según ustedes, ¿quién soy yo?

Esta es la pregunta que Jesús hizo a sus discípulos cuando iban en camino hacia el pueblo de Cesarea de Filipo  (Ver Mc 8, 27 – 29), esta pregunta no ha perdido actualidad en los veinte siglos que han transcurrido desde aquel día…

Para ti… ¿Quién es Jesús?

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