miércoles, 20 de julio de 2016

EL JESÚS HISTÓRICO Y EL CRISTO DE LA FE




“Jesucristo es el mismo ayer,
hoy y para siempre…”
(Ver Heb 13, 8)

Esta es una cuestión que no a pocas personas, a lo largo de la historia, ha inquietado bastante. El “problema” oscila en descifrar si el Jesús que realmente vivió en Palestina (el “Jesús histórico”), es el mismo que conviene a la tendencia cristiana (el “Cristo de la fe”).

Como creyentes que somos, debemos confiar y estar seguros de que Cristo es el mismo y de que en él no hay mutación alguna (es decir, de que en él no hay ningún cambio que afecte a su esencia o a cualquiera de sus naturalezas).

Tratemos de explicar brevemente cada una de estas acepciones.

1. El “Jesús histórico”

Se trata del personaje concreto, del hombre real que vivió, creció y murió en Palestina hace más de dos mil años.

De este sujeto particular tenemos algunos testimonios que dan fe de su historicidad:

a) Flavio Josefo (José Ben Matiyahou)

Apodado “el más judío de los cristianos” o “el más cristiano de los judíos”. Fue un historiador hebreo con tendencias fariseas, muerto en Roma hacia finales del siglo I.

Hacia el año 93 de nuestra era, en su obra “Antigüedades judías”, escribió en su capítulo XVIII:

“Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio [si es que es correcto llamarlo hombre, ya que fue un hacedor de milagros impactantes, un maestro para los hombres que reciben la verdad con gozo], y atrajo hacia Él a muchos judíos [y a muchos gentiles además. Era el Cristo]. Y cuando Pilato, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la Cruz, aquellos que lo habían amado primero no le abandonaron [ya que se les apareció vivo nuevamente al tercer día, habiendo predicho esto y otras tantas maravillas sobre Él los santos profetas]. La tribu de los cristianos, llamados así por Él, no ha cesado de crecer hasta este día”.

Como es de esperarse, este texto le valió por un lado el descrédito de su pueblo, considerándolo un traidor, y por otro, se le tuvo por “héroe” y “benemérito” por parte de los cristianos, quienes ostentan con este escrito un documento valioso para asegurar la existencia histórica del Maestro Jesús de Nazaret.

b) Plinio (el joven)

No es el testimonio más feliz que tenemos, pero ayuda. Entre los años 112 y 113 de nuestra era escribió una carta al emperador Trajano desde Bitinia, describiendo la “plaga” en la que se habían convertido los cristianos, así como el fuerte arraigo que tenían en su creencia. Además, Plinio pide consejos a Trajano sobre cómo tratar a los “cristianos”.

c) Tácito

Historiador romano del siglo II. En sus “anales” escribió lo siguiente:

“Por lo tanto, aboliendo los rumores, Nerón subyugó a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus ofensas, el pueblo, que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato; reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli [Roma], donde todas las atrocidades y vergüenzas del mundo confluyen y se celebran…”

¡Vaya testimonio! Pero corrobora la autenticidad histórica de Jesús y de sus seguidores.

d) Suetonio (Gayo Suetonio Tranquilo)

Hacia el año 120, en su obra “Vida de los césares”, da fe de cómo el emperador Claudio expulsó a los judíos de Roma, culpándolos por un tal “Crestus”.

Años más tarde, escribió acerca de Nerón:

“Bajo éste [su reinado] se reprimieron y castigaron muchos abusos, dictándose reglamentos muy severos [...] Nerón infligió suplicios a los cristianos, un género de hombres de una superstición nueva y maligna…”

e) Habría que agregar los testimonios cristianos (padres apostólicos), los evangelios apócrifos y los textos bíblicos que, por razones de espacio y tiempo, no podemos detenernos a explicar con más detalle.

2. El “Cristo de la fe”

Como adelantábamos, se trata de “empatar” estos testimonios históricos con la “supuesta identidad del Mesías”.

Hay quienes piensan que Jesús sí vivió, pero que los testimonios sorprendentes que nos narran los Evangelios son mera superstición o fantasía.

Quienes cuestionan la Escritura han tratado de “dividir” los textos sagrados: Por un lado lo netamente “humano” de Jesús, todo lo “malo” que podamos recoger (si Jesús lloraba, si sentía ira, si estaba cansado, si tenía hambre, etc.); y por otro el lado “amable” o “divino” del Señor (si hacía milagros, si resucitó de entre los muertos, si ascendió a los cielos, etc.).

En 1988 fue llevada a la pantalla grande una obra novelesca de Nikos Kazantzakis, titulada “La última tentación de Cristo”. En ella se pretende “desasociar” estas dos realidades: el hombre y el Mesías… si bien la obra aclara que es “mera ficción”, hubo quienes, apoyándose en esta teoría, quisieron fomentar esta “dupla de personalidades”.

Ya hemos aclarado que en Jesús no existe tal diversidad. Él es el mismo. Él no cambia. No es en ocasiones sólo un hombre, y en otras sólo Dios. Tampoco debemos considerarlo "mitad hombre - mitad Dios". Sus dos naturalezas, la humana y la divina, están perfectamente unidas y nunca se pierden.

Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Así lo profesa nuestro credo. Así lo creemos por fe.

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